Los conflictos internos en países en vías de desarrollo se han agudizado en la medida que son ricos en recursos naturales, codiciados por las grandes transnacionales, que ven en el debilitamiento de sus estructuras de Gobierno un mecanismo para incrementar las utilidades de sus negocios.
La historia venezolana ha pasado por cruentas guerras civiles, episodios que han mermado la capacidad de generación de bienestar de la Nación, generando un retraso crónico, especialmente en el siglo XIX.
Poder solventar las dificultades en paz constituye un triunfo en sí mismo, por lo que los esfuerzos emprendidos por el Gobierno y oposición, con el importante acompañamiento internacional, buscan capitalizar el aprendizaje del devenir histórico nacional.
Por fuertes y largos en el tiempo que han sido los conflictos intestinos en América Latina y el mundo, siempre en algún momento se ha tenido que recurrir al diálogo, por lo que mientras mas rápido se inicie, mayor cantidad de dolor se ahorrara la población.
Un elemento fundamental para que fructifiquen las conversaciones es el interés nacional, dejando de lado los externos, interesados en apoyar coyunturalmente al bando que le permita el acceso de menor costo a los recursos estratégicos.
Venezuela se anota un gran triunfo con el inicio de los diálogos en pleno periodo de precios bajos del hidrocarburo líquido, siendo una constante en los países mono exportadores, que la caída en el precio de la materia prima producida se convierta en un factor fundamental de desestabilización.
Un país que requiere urgentemente un proceso acelerado y profundo de industrialización necesita de la paz interna para el logro de sus metas, para bien de toda la población nacional.