Por Daniel Córdova |Pdvsa es del pueblo (Opinión)

El siglo XX venezolano se desenvolvió a la sombra de dos grandes mitos. El primero de ellos es que, según dictaba la lógica del sistema cultural hegemónico, éramos una sociedad pacífica exenta de tensiones sociales, que falsamente se podía enorgullecer de ser una “democracia modelo”.

Esa mentira repetida mil veces terminó convirtiéndose en un lugar común, detrás del cual se escondía la corrupción, la exclusión y las inmoralidades de una sociedad de cómplices con su pacto de cúpulas. La realidad subyacente salió a flote gracias al coraje del comandante Hugo Chávez y aquel grupo de valientes que se alzaron en armas el 4-F de 1992.

La otra gran mentira es que la vieja Pdvsa, catalogada como una empresa del primer mundo, se conducía bajo criterios de máxima eficiencia y productividad, gracias a una élite tecnocrática que se erigía como única e imprescindible.

Hombres como Salvador de la Plaza, Alí Rodríguez Araque, Gastón Parra Luzardo, Francisco Mieres, Álvaro Silva Calderón, Bernard Mommer, Rafael Darío Ramírez Coronado y Juan Carlos Boue, entre muchos otros, desarrollaron un riguroso trabajo de investigación que dejaba al descubierto el mito de la eficiencia de Pdvsa en tiempos de la IV República. Solo que el aparato comunicacional hegemónico relegó esos estudios a la clandestinidad.

Y es lógico que así ocurriera, porque esas investigaciones ponían en evidencia que esa Pdvsa tecnocrática y arrogante estaba de espaldas al país y a su dramática realidad social. Que esas cúpulas petroleras fueron muy eficientes sí, pero para beneficiarse a sí mismas.

Las diferencias en Revolución saltan a la vista, en medio del bajón mas marcado de los precios del crudo de las últimas décadas, la nueva Pdvsa incrementó su inversión social en un 72,6%, al pasar de 5 mil 321 millones de dólares en 2014 a 9 mil 189 millones de dólares en el ejercicio fiscal 2015. Un giro copernicano en el manejo del recurso petrolero, porque ahora Pdvsa sí es del pueblo.

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