Película independiente De acá a la China se cuela en la cartelera en medio de grandes producciones

Desde finales de julio, haciendo fuerza entre grandes producciones como Barbie y Oppenheimer, se coló en la cartelera de cine del país la película argentina, independiente para mayor transgresión, De acá a la china, un largometraje de Federico Marcello que en medio de semejantes monstruos de la industria, adueñados de la exhibición cinematográfica en el país, viene a ser algo así como un tierno gatito, menudo e indefenso, pero con el encanto necesario para conquistar los corazones de quienes quieran darle una oportunidad, no solo por lo que cuenta, sino por su propia historia, por ese trayecto que la llevó desde el papel, en Argentina, cuando era apenas un proyecto de documental, hasta la milenaria China, donde se convirtió en una película de ficción hecha y derecha, aunque modesta, sin desproporcionadas pretensiones.

Dependiendo desde el punto de vista con que se la mire, De acá a la China es una comedia dramática o un drama con algo de comedia. Es una historia sobre la migración, el encuentro de culturas, las diferencias e igualdades y el complejo ejercicio de ponerse en el lugar del otro.

Amarga venganza

En concreto, y como diría cualquier sinopsis, De acá a la China cuenta la historia de Facundo, un argentino de mediana edad, hijo del dueño de un almacén en Buenos Aires, testigo de un intenso proceso de inmigración, entre las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, en el cual su país recibió a una gran cantidad de ciudadanos chinos que abrieron un supermercado cada dos cuadras (datos reales aportados por el autor).

Con esta numerosa competencia el padre de Facundo se vio en la necesidad de cerrar su negocio. Unos 30 años después, el heredero, desheredado por las circunstancias, toma la determinación de tomar venganza de una manera imposible: viajar a China para abrir el primer supermercado argentino.

De acá a la China es una película sumamente honesta, en la que se nota su estirpe artesanal. Un cine guerrilla, que percibimos orgulloso de serlo, al contar una historia orgánica, que puede resultar interesante para quienes la sepan ver, con el final que tiene que tener.

El filme de Federico Marcello no busca desafiar las estructuras narrativas aristotélicas convencionales, por el contrario, se ciñe a ellas, pero en función de la organicidad de la historia que el autor define como un hilo de ficción dentro de un documental.

El cuento del cuento

En una conversación publicada en YouTube con el distribuidor de la película en Venezuela, el realizador, venezolano Edgar Rocca, Federico Marcello contó que la idea de hacer De acá a la China surgió de la intención inicial de hacer un documental, como una forma de comprender por qué tantos ciudadanos chinos decidieron, en un mismo período, instalarse en Argentina, en su mayoría para abrir supermercados en todo el territorio sureño, como también ha ocurrido en Venezuela y otros países de la región.

Luego de varias entrevistas a dueños de comercios chinos en Argentina, con recursos propios, viajó un equipo mínimo de tres personas hasta la provincia china de Fujian, de donde proviene el 75% de los migrantes asiáticos a la nación Latinoamericana.

Una historia con vida propia

Una vez en Asia y en la búsqueda de la mejor estructura del guion para el documental, surgió el argumento de la venganza y así, el documental tomó su propia decisión de convertirse en una ficción, pero sin desprenderse del todo de su origen. “Algo que iba a ser corto y documental, termino siendo una ficción gigante”, contó el autor a Rocca.

Para Federico Marcello, fue muy interesante y enriquecedor llegar con un guion de 90 páginas que, al impregnarse con la realidad, pedía una reescritura para enfrentarse a las situaciones que se iban consiguiendo.

“Todo el contexto que se ve (en la película) es real”. Incluso el supermercado argentino que abre el protagonista estaba abierto mientras se filmaba. Algunas personas que entraban como clientes reales quedaron en la historia y otras veces debían cortar para darle paso a la cotidianidad propia del lugar”.

El propio director, sin tener una preparación previa como actor, fue protagonista de la historia. Como la historia ya había madurado en su cabeza, no le costó mayor esfuerzo la interpretación, el resto del equipo, incluyendo el productor, Pablo Zapata, también forma parte del elenco al que se sumaron dos amigos del equipo de producción, ajenos al mundo del cine, que pagaron su propio pasaje a China.

Además, por una cadena de amistades, se unieron al equipo otros dos personajes, de origen chino, uno de los cuales en la realidad estuvo en Argentina. Solo participó un actor de profesión, un hombre chino que en ese momento trabajaba en la recepción de un hotel cercano al lugar del rodaje.

Todos estos elementos le dieron a la película “la magia de lo espontáneo y eso la enriquece mucho”, consideró Marcello.

Y a rodar la peli

Todo el rodaje que comenzó en 2012 se hizo en apenas tres meses. Luego, por la misma forma artesanal de la película, la falta de recursos para la terminación el filme estuvo listo en 2018.

El tema de la distribución y exhibición es otra historia en sí misma, sería una historia de carretera (O road movie en términos cinematográficos en inglés). Por la inexperiencia del autor en esta materia, no lograban conseguir quién la colocara en circuitos de cualquier tipo. No obstante, llegaron a unos 16 festivales y casi el mismo número de muestras.

Para enfrentar la falta de un distribuidor, subieron a un vehículo con un cine móvil durante dos meses. Proyectaron De acá a la China en parques y plazas de unas 10 provincias argentinas.

Para mirarnos mejorPelícula

Después, por espacios de tres meses hicieron un ciclo exclusivo sobre el filme al que llamaron Noches de Chine. En él exhibían la película y, además, con la participación de una dama de origen chino que hablaba español y mandarín, proyectaban entrevistas a ciudadanos asiáticos que contaban la historia de su migración hacia Argentina.

Más adelante consiguieron exhibir la película en Brasil y Uruguay. Cuando estaban a punto de conseguir la manera de proyectarla en México, llegó la pandemia. Fue en ese momento difícil cuando entran en contacto con Edgar Rocca, quien la distribuye en Venezuela en un esfuerzo, no solamente por diversificar la cartelera de cine en el país, dominada por la gran industria estadounidense, sin además para mirarnos a nosotros mismos, en Latinoamérica, por medio de nuestra cinematografía.

De acá a la China se puede ver los sábados y domingos en los Cines Paseo del Trasnocho Cultural, en Las Mercedes, Caracas. Y todos los días de semana, mientras se mantenga en exhibición en las salas Cinex de El Recreo, Tolón y Paseo El Hatillo y en Cines Unidos de líder y Galerías Paraíso.

En el interior está en Cinex del Sambil Barquisimeto y San Cristóbal y en las Américas de Maracay. También está en Maracaibo, Valencia y Puerto Ordaz.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Archivo CO