Por Pablo Fernández B|El peor mensaje a la juventud (Opinión)

Perseverantes en su dinámica de provocaciones, con olor a show farandulero tipo RCTV (esos que les encantan al dúo dinámico Ramos-Borges), ahora le tocó el turno a la sesión “solemne” del Día de la Juventud.

El estrado del hoy devaluado Parlamento adeco-aburguesado fue ocupado por un cuarentón de pocas pulgas, dedicado a algo que él define como “música” y que el resto del mundo conoce como reguetón de la peor calaña; un personaje de baja estatura (no por lo físico solamente, sino por la otra altura que es la que más importa: la moral). Este patético militante opositor, que no conoce la letra de su Himno Nacional, promueve la misoginia y el irrespeto a la condición de la mujer en las letras de eso que dice cantar, que ni siquiera vive en este país y que al parecer tampoco pasó por la clase de geografía (Canadá es Latinoamérica para este señorito cascarrabias), fue el “elegido” por el dúo aquél para enviar un mensaje a la juventud en esta manoseada jornada histórica.

Reacciones hubo y de todo tipo, como era de esperar. Por supuesto, lo utilizaron como distractor mediático, en una Asamblea cuya mayoría hasta el día de hoy no ha movido un solo dedo para atender los problemas esenciales del país y cumplirle a sus estafados electores.

Sin embargo, lo que debe preocupar no es la puesta en escena sino lo que se mueve tras bastidores. Lo trágico no es esa mamarrachada discursiva; lo trágico es el metamensaje que la oposición venezolana envía sistemáticamente todos los días a la juventud, bombardeándoles la mente y el corazón con la idea de que aquí todo se vale en aras del poder y la fortuna; diciéndoles que la Patria no existe, que la identidad nacional es lo de menos y que este es un territorio presto para el saqueo del mejor postor.

Lo terrible de esta oposición geriátrica es que pretende enseñarle a la juventud que el delito, el crimen premeditado, el odio de clases, la destrucción de lo público, el asesinato o la violación, el robo de lo de todos, todo eso se puede “amnistiar y pasar la página” sin que se asuma la más mínima responsabilidad por el daño causado.

Lo grotesco de Julio Borges, Hhenry Ramos Allup y sus secuaces es que ven a la juventud venezolana con ojos y mentalidad de sifrinos empedernidos, hijitos caprichosos de papi y mami, como lo fueron ellos y lo siguen siendo.

Menos mal que no toda la juventud venezolana sufre de esa tara. Como dijo por ahí un pana, jocosamente pero con mucho acierto: “…si vienen como Nacho responderemos como Rodbexa”.

pabloefb@yahoo.com