Desde Caracas|Las pequeñas y los pequeños haitianos…

Las y los pequeños humanos, las criaturas más frágiles del reino animal, no pueden sobrevivir sin la atención de los adultos y por ello, a lo largo de la historia siempre han existido  personas  que se han encargado de criar hijos ajenos.

Con el tiempo, esta  práctica se fue  institucionalizando, inicialmente en mano de organizaciones religiosas y de entidades oficiales y posteriormente, de organizaciones del sector privado. Institucionalización que lamentablemente ha evolucionado hasta convertir a los niños del “tercer mundo” en mercancías.

Si bien los orfanatos clásicos inspiraron obras literarias  que narran los maltratos recibidos por los niños, los peligros que corren hoy en día esos pequeños son mucho más aterradores.  Baste leer las noticias o ver las series de TV que tratan de: abusos sexuales, pornografía infantil, tráfico de órganos, explotación laboral de jóvenes, experimentos genéticos, prostitución juvenil, etc. etc.

Por eso, ante la adopción de supuestos huérfanos  haitianos, me pregunto:

¿Qué está pasando actualmente con los niveles de fertilidad?

¿Por qué en países que cuentan con diversas alternativas para la fecundación asistida, se ha puesto de moda adoptar niños “exóticos”?.

¿Por qué a los niños en situación de abandono u orfandad de los países desarrollados se les busca una solución endógena, mientras que a los del tercer mundo se los oferta en un mercado internacional?

¿Quién está detrás de eficientísimas agencias de adopción instaladas  en países como Haití? Y ¿Quién se encarga de promover los beneficios o las “ventajas económicas” de las adopciones?

¿Quién certifica que los niños haitianos son realmente huérfanos?

¿Por qué no se verifica que si tienen algún pariente o persona  cercana que pueda hacerse cargo de ellos una vez superada la emergencia y mientras tanto se crean mecanismos temporales y preferenciales de atención?

¿Cuáles son las instituciones que prestan apoyo psicológico a niños  que, además de estar afectados por la horrorosa  experiencia del terremoto y de estar sufriendo por la muerte o separación de sus padres, tienen que adaptarse a un país con otro clima y a una familia con otras costumbres y otro idioma?

¿Quién puede garantizar que no caigan en manos de mafias o de personas enfermas?

¿Quién se ocupa de ellos en los casos en que adopciones hechas de buena fe sean un fracaso?

¿Qué implica para Haití que se estén llevando los niños “buenos y sanos”?
Etc. etc. etc.

T/ Mariadela Villanueva
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