Perdón Carmen Clemente Travieso (Opinión)

La historia ha querido que la inmortal Carmen Clemente Travieso esté sembrada en el heroísmo de su patria y en la valentía y resistencia de un pueblo que se niega a toda dominación extranjera, o como reza la consigna popular: no nos da la gana de ser colonia norteamericana.

No es poca cosa haber “nacido el 24 de julio” y menos “pasado a la inmortalidad un 23 de Enero”, dos fechas por cierto muy caraqueñas. La camarada Carmen era bisnieta de don Lino de Clemente, quien fue síndico procurador de Caracas, miembro de la Junta Suprema, en su carácter de secretario de Guerra y Marina, y firmante del Acta de la Independencia.

Pastoreña auténtica y singular caraqueña, así fue Carmen Clemente. Ella quiso con infinito amor a su parroquia a la que donó todo su patrimonio bibliográfico y hemerográfico, que dio origen a la Biblioteca Cultural Gual y España.

Comunista comprometida, pionera militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV), activista convencida en la lucha contra la dictadura de J.V. Gómez, durante la cual formó parte de la llamada Generación del 28. Participó activamente en la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez. Es una las primeras mujeres postuladas (por el PCV) a un cargo de elección popular y donde las mujeres ejercerían por primera vez el derecho al sufragio (1946).

Fue una gran internacionalista por lo cual tuvo una destacada participación en los comités de solidaridad contra la injerencia e invasión imperialista yanqui en República Dominicana, Guatemala y Cuba. Y en 1973 denunció el golpe de Estado imperialista contra el presidente mártir Salvador Allende.

Carmen Clemente Travieso fue la primera mujer que ejerció el periodismo en Venezuela. Trabajó en los diarios (Ahora, Últimas Noticias, El Heraldo, El Universal, El Tiempo), y también colaboró con las revistas (Páginas, Élite y Estampas). Fue miembro de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP) y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.

“Amó a Caracas tanto como Aquiles Nazoa o Billo Frometa”. Carmen Clemente dedicó gran parte de su vida y su obra a escribir la historia de Caracas, de las esquinas y de sus nombres. Así en el diario Hoy escribió sus crónicas de la Caracas colonial y la ciudad que entra al siglo XX, relatos que más tarde dieron origen a su inigualable obra Las esquinas de Caracas.

En ese libro, la camarada advirtió al pueblo lector: “No todas las esquinas de Caracas tienen leyendas o historia dignas de ser relatadas (…)”. Muchas de sus esquinas llevan nombres de apellidos que fueron ilustres durante la Colonia o durante la Independencia, o simplemente de árboles (…). “Otras esquinas tienen nombres populares y recuerdan el ingenio alegre y picaresco del pueblo venezolano”, apunta la autora.

Aclara Clemente Travieso que en tiempos de la Colonia las esquinas se bautizaron con nombres de santos, pero con la Independencia los nombres se cambiaron por los de los héroes independentistas. Y agrega: “Algunos pasajes como el pasaje Linares”, llevan los nombres de los capitalistas constructores. Para más seña el pasaje Zinc, apuntamos nosotros.

Otras esquinas de la ciudad «recuerdan los movimientos políticos, como la de Sociedad, donde se reunían los patriotas de 1811; mientras que la barriada de Monte Piedad recuerda épocas tristes con sus casuchas miserables (…). Allí muchas familias vivieron de los recursos que les prestaban las casas de empeño. De allí su nombre», sostiene la escritora.

Es la Caracas de ayer dibujada en las crónicas de Carmen Clemente, la acuciosa periodista que utilizó por primera el tema de la historia de Venezuela para el reportaje periodístico, como señalan algunos estudiosos de su obra.

Fue también Carmen Clemente una gran defensora del patrimonio histórico de la ciudad, de sus esquinas, de sus templos, de sus puentes y del origen de sus barriadas populares, pero el pueblo de Caracas no conoce esa historia. Al igual que nuestro centenario Aquiles Nazoa, Clemente Travieso conoció a profundidad su ciudad natal y a su gente, pero como él, nuestro escritor de las cosas más sencillas, nunca fue considerada por el Concejo Municipal como candidata a cronista oficial de Caracas, aunque algunos de sus biógrafos sostienen que a ella nunca le preocuparon las condecoraciones y reconocimientos, siempre vivió como una verdadera comunista y en el anonimato, pero si preocupada por los sectores desposeídos, los más vulnerables.

La centenaria escritora es también pionera y símbolo del feminismo socialista en Venezuela, ideario con el que combatió permanentemente los modelos patriarcales. Prestó especial atención a la mujer obrera, por lo que a la muerte de Gómez fundó la Agrupación Cultural Femenina (1935) para contribuir a la formación política de las mujeres trabajadoras y a la lucha por el derecho al sufragio femenino y la democracia. Colaboró con el Correo Cívico Femenino (1945-46). En medio de su quehacer político y periodístico legó a la historia de Venezuela las biografías de Luisa Cáceres de Arismendi (1942) y de Teresa Carreño (1953), Mujeres venezolanas y otros reportajes (1951) y Mujeres de la Independencia (1965), entre otras.

Un merecido reconocimiento para esta insigne escritora sería recordarle como homenajeada en alguna de las Ferias del Libro de Caracas, o con la reedición de sus obras, entre algunas de las cosas que pueden hacerse en memoria de tan ilustre caraqueña comunista.

Por Gladys Arroyo
Historiadora