Tinta cruda, por Alfredo Carquez S.|Pérez Jiménez: las últimas concesiones petroleras (Opinión)

El general Marcos Pérez Jiménez llega al Gobierno con el aval de la Casa Blanca, poder que también permite su caída años después, un día como hoy, pero hace 59 años.

Su ascenso y consolidación como residente en Miraflores muestra dos grandes momentos:

El derrocamiento del presidente Isaías Medina Angarita en 1945, acción en la que el factor petrolero y la participación estadounidense son parte de la trama, junto con la aparición de una nueva casta militar y la participación, como socios de tal aventura, de Rómulo Betancourt y una fracción de Acción Democrática (AD).

Y el golpe de Estado contra el presidente Rómulo Gallegos en 1948, movimiento en el que el oro negro y la intromisión de Washington también fueron elementos fundamentales.

Señalan algunos autores que el gobierno de Pérez Jiménez trató de resolver el creciente déficit fiscal en el que incurrió su gobierno con la entrega de nuevas concesiones petroleras.

El problema en el desbalance de las cuentas públicas se habría originado en buena medida por los grandes gastos relacionados con la construcción de gigantescas obras públicas y de fuertes inversiones en infraestructura en sectores estratégicos como hidroelectricidad, siderúrgica y petroquímica.

Entre 1956 y 1957 se entregaron cerca de 821 mil nuevas hectáreas a distintas compañías petroleras extranjeras, la mayoría estadounidenses. El detalle en este caso es que del total de tierras entregadas las tres grandes transnacionales que dominaban el negocio de la extracción y comercialización del crudo venezolano (Creole Petroleum Corporation, Shell de Venezuela y Mene Grande Oil Company) solamente se quedaron con aproximadamente 43 por ciento, hecho que pudo haber pesado para que mas tarde el gobierno de Dwight Eisenhower lo dejara en el aire. Hasta el mismo Juan Pablo Pérez Alfonso habría señalado que “…las nuevas concesiones fueron las que lo tumbaron”.

La antipatía de las todopoderosas petroleras se sumó a la molestia del empresariado criollo (constructores, banqueros y demás contratistas) que comenzó a resentirse debido a los retrasos de los pagos de obligaciones públicas. También entraron en estado de alarma los tenedores extranjeros de papeles de deuda estatal. Todo esto, sin duda, incidió en el retiro del apoyo norteño a un dictador que por años fue fiel peón en la cruzada estadounidense contra todo lo que fuera o pareciera comunista. Sin embargo, en esa tarea lo relevó, casi inmediatamente, el citado Betancourt, otro campeón del imperio.

alfredo.carquez@gmail.com
Caracas

Eso es exactamente así. Las historias de los dictadores concluyen cuando a los gringos ya no les sirven a sus intereses y los tumban…