Primero se encadenaron a una embajada, con cadenas de plástico, porque querían una «fe de vida» de Chávez.
Después de que llegó la fe de vida, pedían a grito una «fe de E-rata», pues no les era suficiente una foto.
Ahora querían un video con ciertas características técnicas que demostraran que no era esa una falsificación chimba del «muerto» que ellos querían ver. Si el tipo parecía vivo, esa fe de vida no les servía pa’ un carajo.
Tampoco les convenía a quienes esperaban una bendita «fe de muerte», que el periódico que estuviera leyendo Chávez fuera el Granma, pues si alguien estaba vivo, debería estar leyendo, mínimo, el New York Times.
Después fue la sonrisa de sus dos hijas: por qué las hijas esas estaban riendo, si su padre estaba «muriendo» de cáncer. Que eso no era real, pues si de verdad estuviera muriendo ese tal Chávez, las hijas no estarían riéndose. Quizás todo esto es una patraña para asegurar el triunfo de Chávez en las próximas presidenciales en seis años.
Lo mismo vale para el «muerto» que con tanta precisión y cuidado mató la oposición mediáticamente: si el fulano muerto estaba sonriendo es porque, acaso, no estaba muerto, sino vivo por obra y gracia del PhotoShop.
En fin, querían una foto, se les dio una foto, pero ahora que un video, se les dará un video; que ahora «Chávez vente ya»; Chávez vendrá y gritarán, «Chávez vete ya».
Gritaban en coro «Viva Chávez… pero en Cuba». Ahora que Chávez está vivo y en Cuba, gritan al unísono que lo quieren muerto y en Venezuela.
¿Para qué piden «fe de vida»‘ si lo único que tienen es una gran fe en la muerte?