Se instaló tal día como hoy de 1826|Planteamientos del Congreso de Panamá son una necesidad para el continente

Los planteamientos del Congreso de Panamá, instalado el 22 de junio de 1826, no solo siguen vigentes, sino que la historia ha demostrado que son una necesidad para Nuestra América si el continente quiere asegurar la paz y la felicidad de sus pueblos en un momento de extrema peligrosidad para el mundo entero.

Así lo manifestó la profesora e historiadora Carmen Bohórquez, quien agregó que por primera vez en nuestra historia se lograron el clima y el espíritu necesario para que estos planteamientos se hagan realidad.

“Vivimos un momento privilegiado en el que líderes conscientes del rol histórico que les toca jugar, y convencidos de que sólo la unidad nos hará definitivamente libres, han asumido con coraje esa tarea. Hoy tiene ya base concreta el proyecto bolivariano de un organismo de defensa común”, estimó.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la Unión de Naciones Suramericanas aseguran el cumplimiento de otros grandes objetivos perseguidos por Bolívar en Panamá: el afianzamiento de la independencia y la igualdad jurídica de los Estados.

La profesora Bohórquez explicó que, pese a que el Congreso de Panamá no logró llegar a ningún acuerdo real sobre los temas fundamentales y urgentes esbozados por Bolívar, su realización constituyó un hecho histórico trascendental.

“Por primera vez las nacientes repúblicas se descubren a sí mismas y se reconocen mutuamente como entidades plenamente soberanas que comparten un proyecto histórico común y, en consecuencia, son capaces de tomar decisiones conjuntas en aras de asegurar el ejercicio libre de dicha soberanía”, enfatizó.

PERSPECTIVA ANFICTIÓNICA

-¿En qué consiste la perspectiva anfictiónica del Libertador?

-Por ser una necesidad política e histórica, la idea de la unidad ha sido una constante en la historia de nuestras repúblicas. Tras 300 años de dominio español, y en un contexto de evidentes intenciones de ocupación por parte de otras potencias europeas y la amenaza de Estados Unidos, los libertadores no podían plantearse ningún proyecto de emancipación que no implicara la unidad de las naciones que iban conquistando su independencia.

Bohórquez enfatizó que ninguna de ellas por separado tenía la fuerza para asegurar esa libertad, como lo probaron las guerras de independencia, lo previó Miranda y lo confirmó Bolívar en el periodo crucial entre Boyacá y Ayacucho.

Agregó que también había que asegurar una organización estable para las nuevas repúblicas y resolver el cúmulo de problemas internos postergados ante la urgencia de la guerra.

La unidad es el objetivo del Libertador en su carta a los gobiernos de México, Centroamérica, Perú, Chile y Buenos Aires para que, junto con Colombia, “formásemos una confederación y reuniésemos en el Istmo de Panamá u otro punto elegible una asamblea de plenipotenciarios de cada Estado que nos sirviese de consejo en los grandes conflictos; de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras diferencias”.

Dijo que Bolívar tenía claro que, para concretar la unidad, era imprescindible un equilibrio de fuerzas. Inspirándose en la antigua liga griega, el Libertador llamó a reunirse en un congreso anfictiónico; es decir un congreso integrado por naciones de un mismo origen, idioma y cultura, y estas eran las naciones de “la América antes española”.

“Por eso el Libertador no consideró incluir a Brasil, que hablaba otra lengua y era todavía un imperio, y mucho menos a Estados Unidos, en quien ya Bolívar veía al gran predador de las nacientes repúblicas”.

Pero Francisco de Paula Santander, quien era el Vicepresidente de Colombia (Venezuela, Nueva Granada y Quito) y asume la convocatoria al Congreso a realizarse en Panamá, “contravino el parecer de Bolívar e invitó como observadores a Estados Unidos, Holanda y Francia. Los acontecimientos posteriores mostraron que ya desde entonces los representantes diplomáticos de Estados Unidos sabían emplear muy bien la intriga y la manipulación para abortar cualquier acción que estimaran contraria a los intereses de su nación”.

La profesora Bohórquez sostiene que las causas de la ausencia de Buenos Aires y Chile, y la actitud poco colaboradora de los representantes peruanos habría que buscarlas en la animadversión que se había creado, particularmente en esas dos regiones, contra la figura de Bolívar, alimentada y estimulada por los agentes diplomáticos de EEUU.

Texto/Mercedes Aguilar
Foto/Archivo CO