Por Elías Jaua|La Unión Cívico Militar (Opinión)

En la mañana del 13 de abril de 2002, la barriada caraqueña donde me encontraba era ya un hervidero de movilización popular. Cerca del mediodía entra una llamada milagrosa de un compañero, que dice haber hablado con el para entonces Mayor Suárez Chourio, Jefe de seguridad de nuestro Comandante Presidente Hugo Chávez, el cual le informó que la Guardia de Honor estaba retomando el Palacio presidencial. Cerca de las 2 de la tarde de ese día, bajando por la Avenida Baralt, me encontré con la imagen del Puente Llaguno, pero ya no era la imagen de dolor, frustración y muerte del 11 de abril, sino que era una imagen bulliciosa, combativa de pueblo y soldados que coreaban “no ha renunciado, lo tienen secuestrado” y “queremos ver a Chávez, queremos ver a Chávez”.

Lo que sucedió es historia conocida, sólo que quería referirme a la imagen de los soldados junto al pueblo para expresar la importancia de la unidad cívico militar como vacuna democrática contra el golpismo, contra el gorilismo de las oligarquías de nuestro continente.

Para el pueblo venezolano, especialmente para el pueblo históricamente excluido y masacrado, nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana no constituye hoy en día una amenaza, por el contrario es una garantía para la democracia, el desarrollo y la felicidad social de la Patria, como lo pidió en su última proclama el Libertador Simón Bolívar. Las razones del respeto, la confianza y el afecto común entre pueblo y la Fuerza Armada, nace en la reivindicación histórica que los soldados de la Patria protagonizaron el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, cuando se rebelaron contra el alto mando militar y la dirigencia política, que en febrero y marzo de 1989 les habían ordenado masacrar a su propio pueblo. Esa confianza, se profundizó, cuando en silencio, respaldaron la abrumadora mayoría que eligió a nuestro Comandante Chávez el 6 de diciembre de 1998, frente a las maniobras para desconocer el resultado electoral. Luego a partir de la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999, atendiendo el mandato expresado en el artículo 328 de incorporarse al desarrollo nacional, la institución armada desató toda su potencia logística, técnica, profesional, humana y patriótica para fundirse con su alma, que es el pueblo.

Los militares, son hombres y mujeres de una gran capacidad, son profesionales de la ingeniería, la administración y finanzas, de la salud, de la ciencia y la tecnología, poseen una gran capacidad de organización y liderazgo. Toda esa capacidad la habían represado por años, los que querían mantener a los soldados separados del resto del pueblo, para poder usarlos como guardia pretoriana de un sistema de privilegios para una minoría y de exclusión para las grandes mayorías. Nuestro Comandante Chávez, siempre recordaba una frase del poeta Andrés Eloy Blanco: “El ejército es como el rayo, que cuando no hiere, alumbra”.

El imperialismo, las oligarquías y las viejas y derrotadas clases políticas, quieren a los militares separados del pueblo, para que hieran. La unidad cívico militar, es la garantía de que sigan alumbrando el camino de la Patria. Nos sentimos orgullosos de ser parte de la unión cívico militar que hizo posible la rebelión democrática del 13 de abril de 2002 y que es garantía, hoy y para siempre, de la Independencia, la Soberanía y la democracia de nuestra Venezuela.

@JauaMiranda