Poder y cristianismo

DE TROVA Y PROSA

POR: FREDDY FERNÁNDEZ

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Si se mira bien, la historia de Jesús como mesías pareciera consistir en la predestinación del hijo de Dios, un hijo de los pobres, que tenía la misión de conducir al pueblo hebreo hacia la conquista de dos objetivos: la liberación de la opresión romana y la reivindicación de los excluidos.

Si esta tesis fuera cierta, Jesús tendría que haber chocado con los factores de poder de su época y la propia Biblia debería dar testimonio de tales hechos.

Cuesta verlo así en una catedral, lo oculta la iluminación atenuada, el olor a cera e incienso, las imágenes de dolor, martirio y piedad, mezcladas con detalles dorados que hacen que un refinado lujo no se imponga, a pesar de sentirse como un subrayado de poder.

En efecto, la Biblia narra escenas de confrontaciones de Jesús con factores de poder de su lugar y momento. Todo cristiano seguramente sabe que expulsó a los mercaderes del templo y que, ante una pregunta provocadora, respondió “Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Un buen cristiano debería sobreentender que todo, absolutamente todo, es de Dios. ¿Qué deberían dar al imperio?

También hubo de confrontar a la élite religiosa del momento. Correspondió a Jesús a denunciar lo que consideró mitos y falsas creencias impuestas al pueblo producto de una interpretación absurda y manipuladora de los textos del Antiguo testamento que favorecía a los grupos de poder.

En esta disputa con la alta jerarquía del templo, si se me permite la blasfemia, Jesús realizó lo que se puede considerar un ejercicio “constituyente”, plasmado nada más y nada menos que en el Nuevo Testamento, que recoge un cambio radical religioso y establece las bases del cristianismo con su visión incluyente con énfasis en la solidaridad, el perdón, la justicia social y la igualdad de todos los seres humanos.

Tales ideas le llevaron a la cruz y sus seguidores fueron perseguidos por más de tres siglos, hasta que una versión limada, inocua para el poder, fue adoptada por el emperador Constantino.

Es evidente que, después de dos mil años, las ideas esenciales de Jesús no han logrado imponerse en la cultura. Están allí y siempre se asoman como proyecto y batallan por imponerse. Cuando ocurre, el imperio bloquea, sabotea y compra judas para volver a crucificar a sus portadores. Es la historia de Allende y es la historia que infructuosamente quieren aplicar al chavismo.

@filoyborde
Caracas