La construcción de zonas para el ejercicio del Poder Popular pleno, es decir, para el ejercicio del socialismo desde la vida cotidiana es el mayor aporte que Redes puede llevar a cabo. Desde nuestro renacimiento nos definimos no como un partido en términos tradicionales sino como una estructura para el encuentro y articulación de distintos movimientos sociales, y nos impusimos la difícil tarea de ser un movimiento de movimientos en movimiento.
No se trata de un ejercicio retórico o de un juego de palabras, se trata de una definición de fondo que implique romper con la vieja concepción jerárquica y burocrática del partido que todo lo controla y que termina asimilándose y reproduciéndose al viejo Estado, liquidando la posibilidad del surgimiento, crecimiento y consolidación de un poderoso movimiento de las multitudes que se hacen revolucionarias en la medida en que se asumen como sujeto de una subjetividad puesta en marcha.
Si el partido sustituye al movimiento secuestra la potencia creativa de existir, de actuar de las multitudes y liquida la libre producción de una subjetividad otra, única garantía de transformación revolucionaria.
La liberación de las condiciones de posibilidades de una subjetividad otra que garantice el surgimiento de distintas posiciones del sujeto es posible desde la liberación de la producción, lugar según Marx del primer movimiento de constitución de la subjetividad y del sujeto, de manera que ni partido de vanguardia, ni partido de masas, ni partido de cuadros.
Éstas son falsas disyuntivas y coartadas que encubren el mismo propósito, el control del movimiento popular y la liquidación de la potencia subjetiva del movimiento, generando una burocracia mediadora que justifica y rectifica al Estado separado.
El argumento es entonces la organización y articulación de la potencia de las multitudes en su infinito movimiento de empoderamiento constituyente.
Hemos levantado la consigna: ¡el pueblo al poder.! Consigna que no es otra cosa que la síntesis de nuestra política, la cual puede resumirse del siguiente modo: entendemos el poder como el espacio de la toma de decisiones colectivas y control de las políticas, los recursos y las acciones concretas.
El tema central de cualquier proceso de cambio está referido a la pregunta: ¿quién decide?