Por Carolus Wimmer|Como en la Gran Depresión (Opinión)

La Cumbre del G-7 en Japón estuvo determinada por dos temas: los preparativos de Estados Unidos para una guerra a futuro contra China, y las crecientes tensiones interimperialistas en vista del prolongado estancamiento de la economía mundial.

Previamente, el primer ministro japonés Shinzō Abe habló con los medios acerca de la importancia de salvaguardar la «libertad de navegación» -el cínico pretexto con el que justifican la presencia del ejército gringo en las aguas y el espacio aéreo reclamados por China– como «una base para el crecimiento económico y la estabilidad».

El cónclave recreó las bases para una dramática escalada de las tensiones en el área. El Gobierno chino indignado ya ha publicado un comunicado, según el cual los conflictos en la región no tienen nada que ver con los países del G-7.

Aunque el G-7 intentó publicar una declaración específica en contra de China, prevaleció el desacuerdo entre los miembros sobre las relaciones con Beijing. Especialmente el Reino Unido representa otra posición. Al principios de 2015, Estados Unidos trató de impedir la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB). Sin embargo, Gran Bretaña se salió de la línea y anunció que sería miembro del AIIB, incluso su cofundador. Las otras potencias europeas se unieron a este paso rápidamente. Barack Hussein Obama respondió con una reprimenda al Reino Unido debido a su «constante adaptación» a China.

Abe alertó sobre la baja en los precios de las materias primas y el menor crecimiento económico de los mercados emergentes. Pero un portavoz británico dijo que Londres no comparte esta postura y tiene más bien «una opinión positiva sobre la economía mundial, como Alemania.»

El estancamiento en Europa es del 0,2%. Mientras en EEUU, un informe reseña que la productividad disminuirá por primera vez en mas de 30 años, y la Reserva Federal podría elevar las tasas de interés en junio.

La intensificación de la lucha entre los mercados de las grandes potencias lleva a conflictos mas agudos porque todos los Estados miembros defienden sus propios intereses nacionales y estratégicos.

Sin duda, las relaciones internacionales se asemejan ahora al contexto de la Gran Depresión, en 1930, cuando la crisis económica global condujo al resurgimiento del nacionalismo y proteccionismo que desató la II Guerra Mundial.

@wimmerparlatino