El concepto de unidad de los fascistas implica el anhelo de una sociedad ideal sin contradicciones ni lucha de clases, donde la disidencia es aplastada y el consenso se logra a partir de la aplicación de la fuerza para el sometimiento de aquellos que se consideran inferiores y excluidos del conjunto de la “minoría selecta”. Léase MUD o burguesía parasitaria.
Antes de profundizar en la semiótica social originaria del fascismo, cabe traer a colación la actualidad del mismo, de la mano de Umberto Eco en su análisis del “fascismo eterno”.
Para el semiótico italiano, el fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura, pero a pesar de que mostraba una profunda debilidad filosófica de su ideología, contaba con una poderosa retórica de sincretismos reaccionarios. El fascismo sigue siendo, desde entonces, un totalitarismo borroso.
Eco indica una lista de características típicas del “fascismo eterno”, muchas de las cuales se contradicen mutuamente dado el carácter de la amalgama de retóricas que el fascismo pretende conjuntar, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista, y por ello es necesario estar pendiente de:
Maneja una cultura sincrética, que debe tolerar todas las contradicciones.
Rechazo de la posmodernidad política desde un romanticismo reaccionario.
Culto de la acción por la acción. Pensar es una forma de castración.
Rechazo del pensamiento crítico.
Miedo a la diferencia. El fascismo eterno es, pues, racista por definición, odio al pobre y a la clase media, al mejor estilo de la burguesía criolla parasitaria.
Llamamiento a las clases medias frustradas, negadas por el propio capitalismo.
Practicas xenofóbicas y excluyente. Obsesión por el complot.
Envidia y miedo al «enemigo».
Principio de guerra permanente, anti-pacifismo.
Heroísmo, culto a la muerte.
Neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico.
El “fascismo eterno” puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo.