Por Orángel Rivas|Hacia el socialismo comunal (Opinión)

La derrota electoral del 6-D hunde sus raíces en condicionantes externos y propios. Dentro de los externos destaca la crisis prolongada del capitalismo mundial y la estrategia de la derecha fascista de conquistar, como sea, espacios perdidos, para lo cual ha desatado guerras, golpes de Estado, derrumbe de los precios petroleros.

A nivel nacional no asumimos en serio la construcción del socialismo, nos quedamos en la superficie, aún cuando hemos avanzado en la formulación de alguna especificidad socialista: la democracia en vida comunal y en los procesos productivos, expresada en las leyes del Poder Popular, lo cual constituye una innovación en la institucionalidad del socialismo.

Pareciera que olvidamos la realidad de la lucha de clases y la permeabilidad a valores pequeños burgueses, como la corrupción, lo cual ha conllevado que infiltrados en intersticios del Gobierno se hayan convertido en parásitos acaudalados, amparados en la trama de relaciones de amistad, familiares y compadrazgo.

Tenemos el reto de culminar la construcción de la base material a partir de iniciativas como la institucionalidad del socialismo comunal que implican la transformación de las relaciones sociales en la producción agrícola, en las empresas del “Sistema Presidencial de las Empresas Recuperadas, Ocupadas, Nacionalizadas, Creadas y Aliadas (Ronca)”.

El contenido de las nuevas relaciones sociales conlleva la abolición del trabajo asalariado, que es el corazón del capitalismo, y sustituirlo por trabajo asociado. Pero, sobre todo, avanzar y profundizar iniciativas autónomas, autogestionarias, independientemente del apoyo gubernamental.

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