Por Miguel Ángel Barrios|Inteligencia norteamericana reconoce en su informe el fin de la unipolaridad (Análisis Internacional)

Los últimos años estuvieron impregnados del debate sobre qué características tomaba la política mundial a partir de la posguerra fría. La mayoría de los grandes analistas del mundo académico político angloamericano no dejaba dudas sobre que nos desplazábamos hacia la conformación de un mundo unipolar dominado por EEUU. Las evidencias de la invasión a Afganistán y a Irak, fundamentadas durante el Gobierno de George W. Bush (h) en un documento bajo el nombre Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, no dejaban margen para debatir. Esto, agravado también por la crisis política del sistema político occidental y la anglosajonizacion de las Relaciones Internacionales, que repiten los discursos «científicos» de los gurúes, ya sea por dar ejemplos: Kaplan, Kagan, Nye, Fukuyama, etc.

En el año 2008 sacamos entre varios expertos un Diccionario Latinoamericano de Seguridad y Geopolítica (1), donde con mucha soledad advertíamos que nos dirigíamos hacia un mundo multipolar a contramano de los gurúes y además, mientras existía una gran expectativa mundial por el nuevo Presidente de los EEUU, decíamos que nada señalaba un cambio de la política exterior con respecto a Bush (h).

Hoy, a menos de 10 días de dejar la Presidencia Obama (el Premio Nobel de la Paz que bombardeó 7 países en menos de 6 años), de paso, aprovechamos para decir que ser Nobel de la Paz no implica ninguna garantía. Alfred Nobel fue el inventor de la dinamita. El Presidente Wilson aplicó la diplomacia del dólar en el Caribe, T. Roosevelt la política del garrote y Kissinger el llamado «Plan Cóndor», y todos fueron Premios Nobel. O sea, que lo de Obama es una confirmación, una vez más, de que hay que mirar de reojo cuando un presidente norteamericano es Premio Nobel.

A pesar de que empezó con promesas de retirar a su país de conflictos internacionales tras el mandato de Bush (h), Obama deja el cargo habiendo mantenido a la nación norteamericana en conflicto durante más tiempo que cualquier otro presidente de los Estados Unidos.

Expandió las guerras aéreas y el uso de las fuerzas especiales en todo el mundo. El número de países que cuentan con fuerzas especiales norteamericanas desplegadas ha crecido desde los 60 en 2009 hasta los 138 en 2016 (70 %de los países del mundo), según los datos del Mando de Operaciones Especiales de EEUU.

Para analizar el legado del presidente Obama, el Consejo de Relaciones Exteriores de los EEUU (CFR, por sus siglas en inglés), que se especializa en política exterior y asuntos internacionales del país, presentó datos sobre los ataques aéreos lanzados sobre países extranjeros. Solo en el 2016 el Gobierno de Obama arrojó al menos 26.171 bombas.

Mientras la mayoría de los bombardeos se produjeron en Siria e Irak, las bombas estadounidenses alcanzaron Afganistán, Libia, Yemen, Somalia y Pakistán, siete de los países musulmanes más grandes.

Durante los ocho años de mandato de Obama, su Gobierno no solo ordenó numerosos ataques aéreos, sino que también alcanzó una cifra récord de venta de armas desde la Segunda Guerra Mundial, llegando a los 265.471 millones de dólares (2).

Todo lo explicitado nos lleva a comprender un hecho importantísimo que ha ocurrido el pasado 9 de enero de 2017, bastante desapercibido, y que nos parece central. El Consejo Nacional de Inteligencia de los EEUU, en su Informe de Inteligencia para el nuevo presidente de los EEUU, Trump, reconoce en forma implícita el fracaso de la diplomacia de guerra de Obama, y nuestro lejano Diccionario (seguramente tomado como «ensayo político ideológico» por parte de la mayoría del arco «científico neutral» argentino) se halla en total sintonía con el Informe del 9 de enero. Si hubiese juicio por mala praxis en las ciencias sociales, muchos de los monstruos sagrados se tambalearían. Esto no significa una ironía vulgar, sino una profunda reflexión que debemos realizar todos desde las ciencias sociales y el mundo universitario sobre el devenir y acontecer del sistema mundo.

Durante casi dos décadas, Global Trends Report, del Consejo Nacional de Inteligencia (3), ha estado dando forma a conversaciones estratégicas dentro y fuera del Gobierno de EEUU. Desde que el Primer Informe Tendencias Mundiales fuera lanzado en 1997, un nuevo Informe se publica cada cuatro años después de las elecciones en EEUU.

Tendencias Globales constituye un importante y estratégico Informe de la evaluación de los servicios de inteligencia de las fuerzas -y elecciones- que configuran el mundo durante las próximas dos décadas.

La última edición del Informe Tendencias Globales: paradojas del progreso, del Consejo Nacional de Inteligencia, fue presentada el 9 de enero de 2017, explorando tendencias y escenarios en los proximos20 años.

Fundamental para su comprensión y pertinencia han sido las reuniones en todo el mundo con una amplia gama de interlocutores, incluyendo funcionarios de gobiernos, empresarios, académicos, representantes de la sociedad civil y otros, en los talleres e intercambios. Allí se examinan las prospectivas de la economía, la demografía, la ecología, la energía, la salud, la gobernabilidad, la identidad y la geopolítica, y es vital entender sus consecuencias para la paz y la seguridad del mundo.

El NIC cristaliza las ideas extraídas de estas reuniones así como de una amplia investigación condensada en el Informe Tendencias Mundiales que se publica cada cuatro años, entre el día de la elección presidencial de EEUU y el día de la inauguración.

En líneas generales, el Informe del 9 de enero alerta sobre un futuro «cercano oscuro y difícil» debido al aumento de hostilidades entre naciones en niveles no vistos desde la Guerra Fría, a medida que se desacelera el crecimiento global, se erosiona el «orden” posterior a la Segunda Guerra Mundial y a la potenciación de los nacionalismos en los marcos de la globalización.

La incertidumbre sobre EEUU, junto a un «Occidente que mira hacia adentro» y el debilitamiento de los derechos humanos internacionales y los estándares de prevención de conflictos, animarán a Rusia y a China a poner a prueba la influencia norteamericana”, dice el Informe.

Y agrega, «…estos retos estarán bajo el umbral de la guerra caliente, pero generarán riesgos profundos de errores de cálculo».

Rusia y China aparecen ya como actores a disputarle influencia reconociendo pérdida de hegemonía, así como conflictos regionales, terrorismo y aumento de la desigualdad.

El organismo ha publicado el 9 de enero -repetimos- el Informe de 226 páginas y alerta «que el nuevo panorama mundial está poniendo fin a la época de dominación estadounidense que siguió a la guerra fría» y que, por lo tanto, los próximos cinco años «pondrán a prueba la resiliencia de los EEUU». Por otro lado, el NIC prevé un crecimiento del populismo en el terreno político a nivel mundial, lo que «representará una amenaza para el liberalismo”. Aquí agregamos que no distinguen en el informe a partidos xenofóbicos que aparecen en Europa de nacionalismos regionales de preservación de la soberanía, como ocurre en Irán o pueden tomar nuevamente fuerza en América del Sur.

Más que nunca debemos buscar desde la Patria Grande un Poder Ético Político Estratégico y la tensión que ya convive con nosotros es “Patria Grande en serio o la nada”. Aquí reside nuestro por-venir, al decir de Manuel Ugarte.

Alainet