Por Miguel Manrique|Jamás antes (Opinión)

Desde la perspectiva de Marx, en las sociedades fragmentadas en clases sociales la revolución es la transferencia de la propiedad privada de los medios de producción de una clase social a otra. Se trata, por lo tanto, de una revolución en las raíces del modo de producción económico. Sin tales cambios en las relaciones de propiedad no es posible la existencia de una revolución en ningún nivel de la estructura de la sociedad.

Razón por la cual las revoluciones sociales no tienen su umbral en el sistema político, sino en el sistema económico. Son los procesos de cambio en las fuerzas productivas materiales de la sociedad el lugar donde se gestan las condiciones para el surgimiento de las demandas revolucionarias. En consecuencia, las revoluciones sociales no son un invento humano, son parte de la dinámica del desarrollo de las contradicciones humanas surgidas entre las fuerzas productivas materiales y las relaciones de producción.

Marx fue muy enfático en esta proposición al descubrir en sus investigaciones históricas que es en el interior de las relaciones de propiedad de los medios de producción donde se encuentra el “nudo gordiano”, para la superación de las contradicciones irreconciliables, dinamizadoras de las luchas sociales,

Al analizar los orígenes de tales contradicciones observó que en las sociedades diferenciadas por la existencia de clases sociales (la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo) en un determinado momento de su progreso se agotan las capacidades de desarrollo de todas las fuerzas productivas que caben en esos modos de producción, abriéndose así periodos revolucionarios.

Por tal razón, en este tipo de sociedades se abren periodos revolucionarios, solo cuando se agota la capacidad de desarrollo de todas las fuerzas productivas que caben dentro de ellas. En consecuencia, la revolución no es producto de la imaginación, ni mucho menos del voluntarismo político.

El desarrollo de las condiciones materiales, científicas, tecnológicas y humanas, propias del modo de producción capitalista, transformado en imperialismo global, dará lugar a nuevos periodos revolucionarios solo cuando no pueda continuar produciendo y reproduciendo sus condiciones de existencia material.

Las fuerzas productivas mundializadas y la propiedad privada sobre los medios de producción globales se constituirán en un formidable obstáculo y, a su vez, en una formidable oportunidad para la realización de una propuesta civilizatoria revolucionaria.

Marx descubre la existencia de una ley del desarrollo de las contradicciones de las sociedades escindidas por intereses irreconciliables. A su juicio, esta Ley moviliza todos los recursos durante el apogeo de la sociedad capitalista hasta que ésta alcance el máximo de sus capacidades para el desarrollo de todas las fuerzas productivas que caben en su seno. Llegado tal momento, se abrirán nuevos periodos revolucionarios. “Jamás antes”, afirmó el “viejo topo” en su Contribución a la crítica de la economía política.

manmig17@gmail.com