Por Emilio Hernández|Nacidos para creer (Opinión)

La filósofa brasileña Marilena de Souza Chaui afirmó polémicamente que la clase media “…es una abominación política, porque es fascista, una abominación ética porque es violenta y una abominación cognitiva porque es ignorante”.

Matizaría yo esa afirmación en Venezuela limitando el término “abominación” a ese 10-15% que sistemáticamente en las encuestas se delata como protofascista.

La clase media no es reaccionaria como resultado de simple ignorancia. El fenómeno de la manipulación cultural y mediática no desemboca en ignorancia, que equivale a no saber, sino en algo peor: convencimiento de falsas realidades.

El sistema de dominación capitalista global sabe que tiene que entrenar a la población para ser sumisos, pero el conocimiento de la realidad no hace sumiso a nadie, al contrario.

En particular, manipular a la clase media es mas efectivo que manipular a grupos mas pobres y numerosos. No solamente porque la clase media tiene menos urgencias, sino porque suele ocupar cargos de dirección en entes públicos y privados, espacios ideales para perifonear la ideología burguesa y para intentar controlar a la clase obrera.

Para evitar enardecer a la clase media, aclaro que ser manipulado no tiene que ver con falta de inteligencia. Es la calidad de la información la que determina el nivel de manipulación.

Estamos viviendo momentos de extremo distanciamiento entre versiones de la realidad, sobre todo en el seno de la clase media. Las versiones progresistas de la realidad han superado el gigantesco aparato cultural y mediático construido en defensa de la sociedad burguesa. Ese es su mérito, incluso si estuvieran basadas en fuentes también manipuladas.

Las versiones conservadoras se refugian cada vez mas en la visión del mundo que describen los grandes medios de la derecha nacional e internacional. Los opositores venezolanos ni siquiera admiten lo mas elemental, que estas versiones son interesadas.

Las visiones de la realidad se atrincheran en las emociones que las sostienen. Las crisis tienen una característica común: la mayoría se aferra con mas fuerza a su credo.

emiliofhg@gmail.com