Por Farruco Sesto|Poder de fuego y otras condiciones (Opinión)

Aunque no soy militar, tanto el sentido común como algunas lecturas me dicen que, para ganar una guerra, hacen faltan, entre otras, las siguientes condiciones al servicio de una estrategia correcta: poder de fuego, moral de combate, conocimiento propio y conocimiento del enemigo.

Por todo ello, puedo asegurar sin temor a equivocarme que esta cruel guerra no convencional a la que fuimos conducidos, la gana la Revolución.

Pónganse a ver.

Yo no tengo duda de que contamos con un poder de fuego superior al de la derecha en términos reales y en términos metafóricos, es decir, en cualquier plano en que se plantee cada batalla. No solo es que contemos con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con cuatro de los cinco poderes del Estado, y con la mayoría del pueblo organizado, sino que además contamos con las ideas más nobles y las políticas más justas y adecuadas. Y si ellos tienen el poder del imperio, nosotros tampoco estamos solos. Pues la amistad de muchos pueblos del mundo es también un arma de increíble eficacia a la hora de la verdad.

Nuestra moral de combate es mil veces superior. Es absolutamente impresionante la fuerza espiritual del chavismo. A donde quiera que voy me sorprendo con ello. O, mejor dicho, más que sorpresa, el sentimiento que me embarga es de admiración por nuestro pueblo que no cede, aun en medio de las dificultades. Y es que no es lo mismo combatir por el futuro, que hacerlo por el pasado. Y no es lo mismo batallar con amor y por amor, que hacerlo por los intereses materiales y con odio.

¿Conocimiento propio? Déjenme decirles que si algo aprendimos del comandante Hugo Chávez es a conocer quienes somos, a valorarnos, sabiendo cómo somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, con nuestras ilusiones y nuestras carencias, y con una gran experiencia de siglos, una memoria activa, yo diría, de infinitas batallas, perdidas unas y ganadas otras, que nos ha conformado como una poderosa fuerza con enorme conciencia de sí misma.

¿Y conocimiento del enemigo? ¡Vaya por Dios! Sin desestimarlo nunca, porque eso jamás debe hacerse en la guerra, estoy seguro de que lo conocemos demasiado bien, lo suficientemente como para hacerle morder el polvo una y otra vez.

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