Bastante protestamos aquella vez contra el alto costo de la vida, las calles en mal estado, la falta de servicios públicos, la inseguridad, el caos de los hospitales y tantos problemas más. ¿Por qué no hacerlo ahora? La ineficiencia se debe combatir del lado que sea.
Para quienes nos planteábamos cambiar el sistema, los reclamos reivindicativos eran una forma de lucha que debía desembocar en la revolución. Desde luego que nos planteábamos gobernar, pero bajo la premisa conceptual de cambiar la sociedad.
La diferencia de aquellos tiempos con los actuales es que los poderosos no alentaban las protestas, al contrario. Hoy es sospechoso que los más descontentos sean los ricos y por tanto sean ellos quienes propugnan los conflictos bien sea con saboteos, mercenarios, acaparamiento, escasez y carestía.
No se trata de que los grandes empresarios sigan obteniendo su grosera plusvalía vendiendo extremadamente caro lo que en costo de producción les costó muchísimo menos porque nosotros tenemos Mercal, total los pobres siempre han tenido su “pepeganga”.
Esa es la paz a la que ellos aspiran.
Que no haya escasez de nada, pero que solo puedan comprar los ricos y los pobres a costa de grandes sacrificios. Abundancia a mayor precio y para el precio menor, las grandes colas en el “corpomercadeo” de siempre. Supermercados repletos he visto yo en otros países muchos más pobres que Venezuela, pero no todos acceden a ellos ni para el saqueo, pues los mismos están custodiados por vigilantes con armas de guerra.
Ellos intentan propugnar la protesta para imponer su política a diestra y siniestra: la privatización social mediante el mercado capitalista con un Estado al servicio del mismo.
En esta disyuntiva nos encontramos hoy. Tenemos razones para protestar la ineficiencia, las mafias y el Estado burocrático, pero también el reformismo de quienes dentro de la Revolución pretenden anclarnos en el capitalismo.
Ellos pretenden manipularnos con la inmediatez para que protestemos sin cuestionar al mundo que nos carcome. Ellos creen que los pobres no somos capaces de ser libres.