Perpetrada en junio, en Paraguay|Revelan detalles de la masacre de Curuguaty

La Plataforma de Estudios e Investigación de Conflictos Campesinos (PEICC) reveló hace una semana los resultados de la investigación paralela que adelanta para el esclarecimiento de la masacre de Curuguaty, perpetrada en junio de este año en Paraguay y utilizada como fundamento para el golpe de Estado parlamentario contra el presidente Fernando Lugo.

El abogado Guillermo Ferreiro, integrante de la Plataforma, retoma este documento en un artículo titulado Curuguaty: De lo que la Fiscalía no habla, publicado en el portal paraguayresiste.com, y precisa algunos puntos claves de la investigación de la masacre ejecutada durante el allanamiento policial en zona reclamada por los sin tierra.

El primer dato clave de la investigación es un video que dura más de cinco minutos en el que se ve la llegada de los policías y a algunos campesinos armados. Las imágenes difundidas por el canal Telefuturo duran aproximadamente tres minutos, pero el video sobrepasa los cinco minutos.

Lo que no vieron los paraguayos fue que primero «se escuchan dos disparos por los que nadie se inmuta y, de golpe, nueve segundos de ráfagas de armas automáticas», detalla Ferreiro.

Un segundo video, que tampoco fue divulgado por los medios, permitió precisar que la policía arribó al lugar en dos grupos. El primero es el que se vio en los medios locales: «oficiales de la Fope (Fuerza de Operaciones de la Policía Especializada), con cachiporras y escudos, acompañados por policías de caqui con chalecos antibalas y pistolas al cinto».

En el grupo dos, ubicado a unos 30 metros de distancia del primero, estaban el comisario Erven Lovera y el dirigente campesino Rubén Villalba, perseguido por el Gobierno de facto de Federico Franco por liderar la toma de latifundios.

«En el primero hay muchas armas, por parte de la policía y de los campesinos, pero ahí no muere nadie; en el segundo no hay armas, salvo un misterioso revolver del que luego hablaremos. En este grupo se producen casi todas las muertes», precisa el abogado.

La ráfaga de nueve segundos que cobró la vida de seis integrantes de las fuerzas de seguridad fue desatada por armas automáticas, «prohibidas para el uso civil», apunta el integrante de la Plataforma.

«La pericia realizada por la propia policía estableció que de las armas incautadas a los campesinos, solo una dio positivo a la prueba del hisopo, es decir, solo una había disparado recientemente».

Del otro lado, en el grupo dos también hay confusión. De acuerdo con la prensa privada, el dirigente Villalba dispara al comisario Lovera. La «prueba» utilizada es una foto en la que sin más se ve a un hombre de rojo apuntando con un objeto alargado a un miembro de la fuerza de seguridad.

Sin más se dijo que el sujeto era Villalba, que tenía un revolver en mano y que el amenazado era Lovera. «Ni campesinos ni policías lo identifican con Villalba, simplemente se concluye que lo es», agrega Ferreiro.

En la foto, el amenazado tiene una chaqueta con al inscripción GEO en amarillo. Una filmación capturada minutos antes a la masacre, muestra a Villalba dando instrucciones del allanamiento: su chaleco antibalas no contaba con ninguna señal.

«En las fotos tomadas por la policía en el lugar se ven las escopetas pero nunca el revólver, sin embargo, el acta de levantamiento de evidencia, elaborada también por la policía, menciona un revólver, el cual es encontrado en la mano izquierda de Adolfo Castro, muerto en el enfrentamiento», precisa el investigador.

Tras el revolver también hay un dato curiosos: fue «robado» nada más y nada menos que al jefe de seguridad de Campos Morombí. Es decir, el arma pertenecía al personal de la familia propietaria de las tierras donde se perpetró el crimen.

Cuatro escopetas, sólo una disparó, un revolver «robado» y 17 muertos. «Esto empieza a oler a causa armada», ironiza Ferreiro.

Fuente/AVN