Por Gino González|Salao el asalariado (Opinión)

Las circunstancias actuales le han dado rienda suelta a una de las putrefacciones del capitalismo más perversas que los economistas burgueses destacan como “normal” en la dinámica social del sistema de vida que ellos pregonan y proponen como la mejor opción: La ley de la oferta y la demanda, la cual no está diseñada para gente, sino para la jauría.

En esa repugnante ideología burguesa quien comercializa un producto no le importa que el otro tenga necesidad del mismo, sino que como la oferta del mismo es poca y la demanda es mucha, impone el precio a su antojo. Precio por demás exorbitante para obtener la máxima ganancia. Eso es lo que enseña el capitalismo como una gran cosa.

Lo terrible del caso es que este tipo de ladrón, incitado por esa idea, en mala hora enclavada en el pensamiento y transfigurada en ética criminal, lo asuma tranquilamente sin el mínimo pudor, propugnados, además, por intereses políticos opositores que juegan al caos.

En este caso en particular, aun cuando la empresa capitalista sea cómplice y mafia principal, ese veneno se ha inoculado de tal forma que los forajidos del “bachaqueo” determinan la oferta y la demanda al acceder permanentemente por distintos medios a los productos, no para satisfacer sus necesidades, sino para revenderlos.

Esta situación, aunada a otros factores, ha implantado un mercado paralelo con un libertinaje de precios que rayan en el extremo.

El que solo dispone de un sueldo para subsistir es quien más padece. Nos estamos convirtiendo en un país de comerciantes. La compra-venta es la alternativa de trabajo a la que más se recurre. Lógico, quien compra y vende, nunca pierde. “Si suben el precio, lo subo también yo”.

Resultados, nadie quiere trabajar por un sueldo ni mucho menos cumplir un horario. Es más, lo mejor es no trabajar, pues tengo todo el tiempo suficiente para hacer colas y acudir a cuanto Mercal y jornadas de distribución se haga. Compro, revendo a quien si tiene que trabajar por el sueldo y listo.

Esto hay que frenarlo con urgencia, estamos metidos en tremendo problema.

Insistir en la importancia de fracturar la cultura y los valores capitalistas, pero tampoco esperar a que exista una conciencia nacional al respecto. Aún en lo cultural no hemos logrado una plena concienciación colectiva que nos asuma en la misma querencia, pero… ¿mientras tanto qué?

ginoesnu@hotmail.com