El fugitivo vicepresidente iraquí Tariq Al Hachemi fue condenado este jueves a una segunda pena de muerte, esta vez por planear el asesinato de un funcionario del Ministerio del Interior.
La sentencia sigue a una ola de atentados desde fines de agosto contra zonas habitadas por musulmanes chiítas en esta capital y otras zonas del país, al parecer obra de seguidores de al Hachemi, un musulmán sunita.
En agosto al Hachemi fue condenado a muerte por ahorcamiento.
La semana pasada portavoces de la red Al Qaeda se adjudicaron los atentados dinamiteros y ataques armados que la semana pasada ocasionaron la muerte a varias decenas de personas, entre ellas tres peregrinos iraníes, en esta capital y en localidades del norte.
Desde mayo mil personas han muerto en Irak a causa de atentados dinamiteros y ataques armados, incluido uno con obuses de mortero la semana anterior contra zonas habitadas por miembros de la comunidad chiíta.
Sólo desde agosto se han reportado 365 víctimas fatales de explosiones terroristas, según cifras oficiales.
Al Hachemi huyó a Turquía a principios de este año, cuando estaba a punto de ser arrestado por presuntamente planear y ordenar atentados contra militares y ejecutivos del Gobierno del primer ministro Nuri al Maliki (chiíta), y la negativa del Gobierno turco a extraditarlo ha tensado las relaciones con Bagdad.
Asimismo asegura que los testimonios en su contra fueron obtenidos por medio de torturas y acusa al jefe de gobierno de perseguir a los miembros de la comunidad sunita.
El primer ministro inició la semana pasada una campaña de reclutamiento de ex oficiales del Ejército y la Policía sunitas para encargarlos del mantenimiento del orden y de la seguridad en sus zonas de residencia.