Al poeta que expresó mejor el sentir venezolano|Por Andrés Eloy: Responso en amor mayor

Pienso sinceramente que Andrés Eloy Blanco merece, por múltiples razones, todos los honores de su pueblo. Fue, además del poeta que expresó mejor el sentir venezolano, un ciudadano ejemplar. Venezuela está celebrando este año a un hombre y a un artista ejemplar, a César Rengifo, y pronto lo hará con otro de la misma estirpe, Eduardo Gallegos Mancera, maestros de quienes aprendí, pero también compartí la camaradería y el riesgo. Andrés Eloy integra ese trío del que hay mucho por aprender.

Andrés Eloy, como Aquiles Nazoa para los caraqueños (El Ruiseñor del Catuche), fue el poeta de la venezolanidad. Su amoroso arrullo para los “angelitos negros” fue también un reclamo y un llamado de atención. Con su proverbial bonhomía, nos entregó un poema que fue adoptado como manifiesto de un pueblo sinceramente antirracista. Su verso, directo y terso, de estirpe clásica y popular, sobrevoló a las modas y sacudimientos estéticos de ocasión, salvo en pocos casos: La aeroplana clueca. La misma savia que nutrió a otros grandes en España, como Antonio Machado y Miguel Hernández y, entre nosotros, Alberto Arvelo Larriva. Andrés Eloy, más allá de capillas literarias y de sectarismos políticos, debe ser leído con devoción patriótica. Porque la Patria no está solo en la marcha ciudadana y en la refriega electoral, indispensables, por supuesto. La Patria está en el cultivo de una cultura popular que enaltezca los valores de lo nacional. La Patria está en el amor por lo nuestro y en el repudio de la cultura mercantilista y euro-centrista impuesta por las élites locales, motorizadas y monitoreadas por las de afuera.

Todos los venezolanos deberían leer “Confesión”, un bello poema de Giraluna, donde dice: “Soy el poeta, hijos, casi nada en la vida, / lo que abrasa en la sed, lo que duele en la herida, / lo que quiere elevarse después de la matanza, /con un ala hacia el suelo y otra hacia la Esperanza”… En resumen, Andrés Eloy fue un intelectual y un escritor de palabra elevada y directa y, como político, representó la dignidad ante las injusticias y una propuesta de amor infinito. Léase, sino, el “Coloquio bajo el olivo”, de Giraluna: “el bravo ataca el sistema / y respeta al paladín” y “Por mí, ni un odio, hijo mío, / ni un solo rencor por mí”. En momentos de tanto odio y tanto rencor, muchos deberían bañarse en esas salutíferas aguas. ¡Gracias, poeta, por tanto amor! Nos hace mucha falta. Luis

T/ Luis Navarrete Orta