¿Por qué Bolsonaro niega que Brasil tuvo una dictadura militar?

“El periodo militar no fue una dictadura como la izquierda siempre pregonó”, afirmó Jair Bolsonaro, el presidente electo brasileño, en una entrevista concedida el lunes en la red de televisión Band. Es un ejemplo del revisionismo histórico respecto a los veinte años (1964 a 1985) en los que los brasileños fueron privados de todos sus derechos democráticos y unos cuantos torturados y asesinados.

Reinventar la historia de la dictadura ha sido una constante de la agenda de la nueva derecha brasileña y se ha repetido en cientos de manifestaciones en favor de una intervención militar antes y durante la campaña electoral en las que se suele hinchar un gran monigote del ex militar Hamilton Mourao, ahora vicepresidente electo.

 

Además de la nostalgia de un ex capitán por aquellos gobiernos fuertes de uniforme militar adornados con cientos de medallas y gafas de sol que escondían la mirada fría, puede haber otro motivo para la defensa bolsonarista de la dictadura. Lo explica el historiador legal Rogerio Bastos Arantes autor de un nuevo artículo en la revista Jota.

Pese a la victoria contundente el pasado domingo , Bolsonaro solo tiene el 10.1% de los escaños en la Cámara y el 4,9% de los del Senado. En un sistema político “hiperconsensual” como el brasileño, con decenas de partidos y un Congreso muy propenso a frenar nuevos proyectos de ley, Bolsonaro tendrá que pactar todas sus propuestas al igual que hacen todos los presidentes democráticos en Brasil. (Lula fue el pactista más eficaz y pragmático). Bolsonaro tendrá que lograr el apoyo en muchos casos de los diputados del mismísmo Partido del Trabajo que el presidente electo ha calificado como un partido corrupto de “delincuentes rojos “ que deben ser “expulsados del país”.

El PT es el partido con mayor representación en la cámara, pese a su derrota fuerte en estas elecciones. De modo que Bolsonaro tendrá que dialogar con el demonio, según asegura Bastos Arantes. Si no quiere hacerlo la “ legalidad autoritaria” basado en el modelo del régimen militar “puede ser una segunda opción” para el nuevo presidente, afirma .

El “modus operandi” de del régimen civil militar que se instaló en Brasil entre 1964 y 1984, será un modelo a seguir ya que supo “gobernar por la fuerza pero siempre buscando algún grado de legitimación procesal”, explica Bastos Arantes. Por supuesto la legitimación procesal debe ir acompañada de fuertes medidas de represión de opositores

 

La idea de que los gobiernos militares no fueron dictaduras tiene escaso fundamento. Según la Comisión de la Verdad establecida por la presidente Dilma Rousseff en el 2014, la dictadura militar instalada tras el golpe en abril de 1964, no solo abolió el sistema electoral y liquidó los partidos existentes sin también fue responsable de la muerte directa a la desaparición de 421 personas. El balance mortífero es menor que en Chile (3.065) y Argentina (cerca de 30.000). Pero son suficientes como para que las Fuerzas Armadas exigieran una ley de amnistía en 1979, antes de empezar a soltar el poder. Una prueba tal vez de que la dictadura fue una dictadura fueron las protestas que se organizaron en los cuarteles cuando Rousseff anunció la creación de la comisión hace cuatro años. Bolsonaro atacó la creacion de la Comision.

Mientras anunciaba su apoyo a la democracia y la Constitución en su discurso de victoria el pasado domingo, el presidente electo presentaba tres libros en su discurso de victoria : la Biblia, las memorias Winston Churchill y -para el gusto del núcleo duro bolsonarista- el libro Lo mínimo que usted necesita saber para no ser un idiota de Olavo de Carvalho, uno de los historiadores apologistas de la dictadura militar.

Amenaza a la ‘Folha de Sao Paulo’

Bolsonaro sostuvo en la entrevista del lunes que “una las características de una dictadura militar es la prensa única y la revista Veja fue creada en 1964 y la Rede Globo en 1968” sin añadir que ambos medios eran fieles portavoces del régimen militar.

La referencia a lo medios no deja de ser irónico porque en una entrevista concedida la misma noche a la televisión de Globo el presidente electo amenazó con cerrar al diario Folha de Sao Paulo. “Soy favorable a la prensa libre (…) no quiero que Folha cierre pero un medio que se comporta de esta forma no va a recibir dinero del gobierno”, advirtió . “Por si solo Folha se acabó. Folha destapó un presunto escándalo en el que la campaña de Bolsonaro puede haberse beneficiado de una campaña de falsas noticias por whatsapp pagados por empresarios vinculados a Bolsonaro.

Los comentarios fueron condenados por diversos medios y políticos, Gerardo Alckmin, candidato derrotado del patio de centro derecha PSDB tuiteó: “Cooptar vehículo de comunicación por la oferta de dinero publico es una ofensa a la moralidad y al periodismo nacional”, afirmó. El gobierno federal dirige más de un billón de reales, 250.000 euros, al año a los medios de comunicación. A principios del año Bolsonaro advirtió que reduciría la asignación para el grupo Globo, entonces muy crítico con la campaña del ex militar de ultra derecha.

 

En las primeras entrevistas con los medios de comunicación, -el tercero fue la televisión evangélica Record TV- el viejo Bolsonaro se asomó en otros comentarios.

“¿Usted se arrepienta de haber dicho que la dictadura militar no mató a suficientes personas, que, vamos, deberían haber matado a 30.000?”, preguntó el entrevistador de Band TV, tal vez la pregunta más surrealistas que un periodista se ha tenido que hacer a un nuevo presidente electo. Pero Bolsonaro no se incomodó. “. Cuando yo llegué a Brasilia, de capitán de reserva en 1991 había muchos presos políticos amnistiados, muchos bandidos terroristas; en ningún momento deje que aquellos pisaran a las fuerzas armadas.”

Los militares jamás reconocieron que hubo un golpe contra el Gobierno elegido de Joau Goulart , un nacionalista de izquierdas, sino una “revolución”. El general Castelo Branco, el primer presidente militar , que fue apoyado pro EEUU dijo que convocaría elección un año después. Pero no ocurrió. Fue sustituido por una serie de generales a cual mas sanguinario. “¡Sigan matando! Pero menos y con más criterio”, dijo un de los mas moderados Ernesto Geisel en 1979 , según documentados desclasificados por la CIA, en un intento de frenar un poco los asesintos y tortura.

 

Mas que al débil Geisel, Bolsonaro es admirador Brilhante Ustra que torturaba de forma habitual. “Bolsonaro no representa a Castelo Branco ni Geisel sino a Ustra, la facción de las fuerzas Armadas que llegó al poder cuando la tortura se volvió una parte clave de la represión del régimen “, explica Celso Rocha de Barros, sociólogo brasileño por la Universidad de Oxford.

F/lavanguardia.com
F/Reuters