Por Nelson Guzmán|La precariedad del olvido (Opinión)

Es imprescindible no convertir la petición de amnistía que solicita la oposición en Venezuela en olvido. Es fundamental entender que la reconciliación en un país no se logra matando gente y tomando en cargo procedimientos fascistas que atentan contra la vida civil. Apenas Nicolás Maduro Moro triunfó en las elecciones 2014, la oposición sacó a la calle su armamento más pernicioso, el de la violencia. No se puede engañar al concierto de los países civilizados pregonando que en Venezuela impera una “horrenda dictadura”.

El 23 de enero de 1958 el pueblo venezolano dio al traste con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez por el horror que esta había representado para la familia venezolana. En esa época se asesinaron a mansalva a los líderes adecos más relevantes y a ciudadanos comunes que ejercían su libre expresión; se desconoció también la consulta donde ganó Unión Republicana Democrática (URD). Jóvito Villalba terminó en el exilio y se proclamó Pérez Jiménez. Era una tragedia vivir en Venezuela, aquí fue asesinado por uno de los esbirros de Pedro Estrada el célebre cantante mexicano Genaro Salinas.

No se puede comparar ese momento histórico con los gobiernos progresistas del comandante Hugo Chávez y el presiente Maduro. El asunto está en que Estados Unidos sueña con las riquezas de nuestro país, pero nuestra soberanía y libre decisiones ponen en peligro sus apetencias.

Las cadenas internacionales de comunicación están encargadas de carcomer la figura del actual Presidente, se le presenta como un “imbécil”, como “incapaz” e “inepto”. Los análisis de la derecha olvidan sus proyectos e intentonas con paramilitares para asirse con el poder. En Venezuela hemos vivido ataques sangrientos de todo tipo: por elejmplo el de esa derecha que hizo estallar la camioneta conducida por Danilo Anderson.

El sicariato asesinó a Eliézer Otaiza y a Robert Serra sin que los medios privados de comunicación tomaran la responsabilidad de denunciar esa monstruosidad. Las pruebas de los miles de asaltos que sufriera la vida civil con el movimiento llamado “la Salida” están allí , no se pueden olvidar, no se le puede pedir al Gobierno y a los venezolanos que suframos de amnesia ante esta situación. Hay un triángulo que funciona a la perfección Miami-Bogotá-Caracas donde se planifican muertes, delirios malsanos de la oposición.

Desde que el comandante Chávez asumió el poder la oligarquía venezolana ha estado detrás del espanto: el 11 de abril propiciaron “el Llagunazo”, donde todas las fuerzas históricamente ligadas a la reacción participaron. La misma Iglesia Católica representada por monseñor Ignacio Velasco estaba allí, también Fedecámaras dio su sí al “Carmonazo”. Se pintó a Chávez como un dictador dirigido por los Castro y como una figura que representaba el comunismo internacional. Se montó el video de Llaguno, premiado prontamente en España. Las manos del Rey y de José María Aznar estuvieron claramente metidas en el golpe de Estado.

Ahora mismo la derecha ha traído a Oscar Arias, expresidente de Costa Rica, para que ratifique ante el mundo que en Venezuela “no hay democracia”. Lo que se busca es la ejecución de la Carta Interamericana. Ante la precariedad económica y la búsqueda de soluciones se imponen todo tipo de trancas para decir que aquí no hay salida. El capital internacional ha acudido a todo tipo de recursos psicológicos para sembrar el pesimismo.

guznelson@yahoo.es