El presidente Nicolás Maduro en un acto en el Barrio Onoto, definió el Sistema de Gobierno Popular como una metodología para que “el presidente se mantenga en contacto permanente con el pueblo en la calle, a través del ejercicio del poder por parte del pueblo”.
El nuevo arranque del Gobierno de Calle será uno de los pilares de esta metodología.
La instalación de las bases sociales de las Misiones se perfila como otro gran punto de apoyo para el logro de este objetivo.
De lo que se trata es de resolver la cuestión principal de toda revolución, que el pueblo tenga y ejerza el poder, por encima de las clases sociales privilegiadas y del burocratismo del Estado que es una manifestación del poder del antiguo régimen.
Se busca transparencia y adaptación del Estado a las necesidades del pueblo, perseguir la burocratización, combatir la irresponsabilidad y el sabotaje, que deterioran al Gobierno revolucionario.
A menudo, el pueblo debe tolerar el maltrato de burocracia venal, autoritaria, sin conciencia política ni sensibilidad social, que solo reproduce esquemas de dominación.
Estas prácticas no serán desterradas con apelaciones morales, ni cartillas explicativas sobre el “deber ser” del servidor público, aunque todo ello también deba hacerse. Estas prácticas solo serán desterradas cuando el pueblo tenga el poder efectivo de controlar y sancionar al funcionario que actúe de manera inadecuada.
Cuando no funciona el autocontrol y la conciencia deben funcionar los premios y castigos.
Lenin decía que una de las formas de garantizar la construcción del Estado popular es que los cargos públicos fueran elegibles, rotatorios y revocables.
En Venezuela se puede revocar el mandato Presidente de la República y de las autoridades electas por el voto popular.
Habría que comenzar a pensar una fórmula en que las decisiones del Poder Popular se tengan en cuenta para la evaluación de los servidores públicos, su designación y destitución.