Protestas contra los femicidios en México en el Día del Amor y tras el asesinato de la joven Ingrid Escamilla

La mujer agita el aerosol que tiene en la mano. Está encapuchada, apenas con los ojos descubiertos. Una gorra le cubre la cabeza. Alentada por los gritos de sus compañeras, escribe en la puerta del Palacio Nacional una consigna que resume la indignación del movimiento de mujeres: «Estado Feminicida».

Antes, varias de sus compañeras lanzan globos con pintura roja en una de las entradas laterales de la sede del máximo poder político de México. El portón y el piso quedan teñidos de un color sangre que simboliza la violencia machista en un país en el que por lo menos diez mujeres son asesinadas a diario, en gran parte por sus parejas, exnovios o exesposos.

Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador prepara su diaria conferencia mañanera, las mujeres denuncian una vez más: «Nos están matando». La frase se repite en pancartas y en las pintas que quedan plasmadas en las paredes del Palacio. «Ni una menos», «No estamos todas», «Ni una asesinada más», «No nos callarán», «El Estado es un macho opresor», rezan las consignas escritas por activistas que a ratos gritan, lloran, se abrazan, se consuelan.

«Machos necios que matáis a la mujer sin razón», dice el cartel que reinterpreta la obra más conocida de Sor Juana Inés de la Cruz, la religiosa y escritora del siglo XVII reconvertida en heroína del feminismo mexicano. En la protesta sobresalen los pañuelos que las mujeres llevan colgados al cuello. Verde, por la legalización del aborto, y morado, por la separación Iglesia-Estado.

«El amor romántico mata», advierte el letrero que muestra una joven que tiene un ramo de flores amarillas en sus manos. La frase no es casual. Hoy en México se celebra el día del Amor y la Amistad, una fecha plagada de clichés y estereotipos de género y en la que bares y restaurantes están a reventar de parejas, más ramos de flores, corazones, muñecos de peluche y cajas de chocolate por doquier.

Pero hoy, también, las feministas recuerdan que el año pasado alrededor de 3.000 mujeres fueron asesinadas, pero sólo la tercera parte se investiga como femicidio, un delito con un componente de género que cada tanto produce historias que aterrorizan por la magnitud de su violencia.

El asesinato de Ingrid Escamilla

El caso más reciente es el de Ingrid Escamilla, una joven de 25 años que fue asesinada el sábado en la Ciudad de México. Su pareja, Érick Francisco, la apuñaló en el cuello, la desolló de la cabeza a las piernas, le extirpó algunos órganos y los tiró al inodoro. El hijo del asesino, un adolescente autista de 15 años, presenció el crimen. El estupor social mutó a irritación cuando varios medios publicaron fotos del cuerpo de la víctima que fueron filtradas por la Policía.

Activistas feministas reaccionaron con una campaña en redes sociales que convocó a subir fotos de paisajes, playas, montañas, atardeceres, bosques, ilustraciones o poemas con el nombre de Ingrid Escamilla para contrarrestar la difusión de las imágenes que la revictimizaban.

La respuesta del gobierno fue condenar otra vez estos crímenes y prometer justicia, justo en un momento en el que recrudecían las críticas ante la intención del fiscal general Alejandro Gertz Manero de modificar la tipificación de «femicidio» para volver a calificarlo como «homicidio agravado» con la intención, según él, de mejorar la investigación e impartición de justicia.

Polémica por las declaraciones del fiscal general

Los reclamos se extendieron a López Obrador, ya que el pasado lunes aseguró en su conferencia de prensa que la discusión sobre los cambios legales en materia de femicidios se había distorsionado y manipulado en los medios de comunicación para afectar a su gobierno. A pesar de que efectivamente Gertz Manero había propuesta eliminar la categoría «femicidio», el presidente afirmó que era información falsa. También se quejó de que la noticia de esa jornada se centrara en los asesinatos de mujeres.

«No quiero que el tema sea nada más lo del feminicidio, ya está muy claro. Se ha manipulado mucho sobre este asunto en los medios. Sí es importante lo del feminicidio, o sea, pero ya estoy viendo cómo esa va a ser la nota, el feminicidio. Y no, porque fue una manipulación. Haya salido de quien haya salido, le dieron vuelo», se quejó.

Pero ese mismo día se conoció el asesinato de Ingrid Escamilla, lo que obligó a cambiar el discurso oficial.

Esta mañana, mientras las mujeres protestaban afuera de Palacio Nacional, López Obrador dijo que no era un presidente insensible ni simulador y que deseaba con toda su alma que se redujera la violencia contra las mujeres.

«No estoy metiendo la cabeza en la arena, no estoy evadiendo mi responsabilidad, no es la política del avestruz. Se da a conocer la posibilidad de un cambio en el marco legal para modificar los tipos de feminicidio, apenas empezaban a hacer los cuestionamientos opiné que eso se tenía que parar. No sólo opiné, se paró la posibilidad de esa reforma», explicó.

En las calles de la ciudad las activistas siguieron marchando porque, más allá de las definiciones legales, los femicidios son aquí una epidemia que no cesa y que el Estado todavía no puede controlar.

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