¿Qué propongo llevar a la Constituyente?

Por: Alberto Aranguibel B.

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Después de infinidad de encuentros, asambleas, conversatorios y charlas en los que hemos participado a lo largo de toda esta jornada como candidatos a la Asamblea Nacional Constituyente (ubicado en el Sector: Trabajadores, Subsector: Economía Popular / Independientes, LISTA 1), una interrogante en particular destaca entre todas aquellas con las cuales la gente nos aborda con la misma preocupación e interés; ¿Cómo puede una Constituyente asegurar el retorno del país a la paz y al bienestar económico que veníamos experimentando gracias a la Revolución Bolivariana?

Hemos sostenido en todos los escenarios en los que hemos reflexionado al respecto que los problemas por los que hoy atraviesa nuestra economía y que desataron la furia depredadora de las corrientes más fascistas de la derecha neoliberal en el país derivan directamente de dos factores: el fallecimiento del comandante Hugo Chávez, que hizo creer a ese sector de la derecha que su hora para la especulación y la usura había llegado y, el triunfo circunstancial de la oposición en la elección de la Asamblea Nacional (AN) el 6 de diciembre de 2015, que derivó del daño que le causó a la población esa voracidad desatada por el capital privado.

La idea que tiene hoy un sector importante de la población venezolana de que todo eso ha sido causado por ineficiencia o ineptitud del gobierno del presidente Nicolás Maduro es consecuencia directa y exclusiva de la manipulación mediática, que como nunca antes en ninguna parte del mundo se ha montado en una guerra sistemática de desinformación y distorsión de la verdad para tratar de acabar con la democracia y abrirle así paso a una derecha fracasada que no logra concitar por sí misma el respaldo popular que se requiere en todo modelo democrático para acceder al poder.

Las venezolanas y los venezolanos sabemos de manera mayoritaria, tal como se demostró fehacientemente en el ensayo electoral del pasado 16 de este mismo mes, que tal versión de los medios de comunicación privados es completamente falsa. Que obedece a la necesidad de los dueños de esas empresas privadas que son los medios radioeléctricos e impresos del país y del mundo, por acabar con la idea de justicia e igualdad social que impulsó el comandante Chávez con el modelo bolivariano y que hoy continúa batallando por profundizar el presidente Nicolás Maduro.

Esa falacia contra la Revolución Bolivariana alcanza hoy el escenario internacional haciendo estragos en la imagen impecable de nuestro país como promotor de la paz, el bienestar de los pueblos y el fortalecimiento del derecho a la autodeterminación y a la soberanía, porque es difundida a través de poderosas maquinarias de la información que trabajan a su mas perfecto antojo, fundamentalmente porque no están sujetas a ningún control o poder regulatorio de ningún Estado. Salvo en Estados Unidos, que es el que controla la línea editorial de todo ese entramado de injerencia e intervencionismo que se expande por el mundo para direccionar sus ataques contra las naciones soberanas del mundo.

Infinidad de trabajos de destacados investigadores de la comunicación dejan al descubierto el carácter tiránico de esos medios que pretenden dominar a las sociedades a su buen saber y entender, ejerciendo presión sobre ellas de la manera mas perversa e impúdica, en donde el periodismo ya es completamente inexistente y termina sustituido por el trabajo de perfectos mercenarios de guerra que se mueven como verdaderos ejércitos de ocupación en todos los rincones del planeta para cumplir su objetivo de rendir los pueblos a los designios del imperio estadounidense.

En nombre del derecho a la información y la libertad de prensa que le han secuestrado a la ciudadanía, los medios atentan contra el derecho a la vida de naciones enteras amparados únicamente en el poder del dinero que les permitió convertirse en propietarios de esas empresas que se erigen cada vez mas en rectoras del destino de los pueblos sin haber sido electos de ninguna manera para tal función. Es decir, son instancias eminentemente antidemocráticas que ejercen un rol esencialmente dictatorial sobre la gente esgrimiendo derechos que no les corresponden para sobrepasar sin limitación alguna las barreras de soberanía de las naciones e imponer su verdad mediante la distorsión arbitraria de la realidad.

Ernesto Vera, presidente de Honor de la Federación Latinoamericana de periodistas, lo expuso en forma brillante hace algunos años, con motivo del Encuentro Latinoamericano versus Terrorismo Mediático realizado en Caracas. “Lo primero de todo –decía entonces Vera- es tener bien claro que no existe otro argumento mas válido para proclamar la verdadera libertad de prensa que reconocer, respetar y responder ante el derecho colectivo ¿Es que el dinero con el que el empresario compra los medios lo exime del derecho de la sociedad a ese principio y de ese modo puede privatizar lo que no está ni puede estar en venta? ¿Es que se pueden promover y organizar golpes de Estado contra gobiernos democráticos sin otro riesgo que el del derecho solo individual de no adquirir la publicación y no ver o escuchar espacios en la radio y la televisión?”

Como comunicador sostengo con la mas entera responsabilidad que en una sociedad verdaderamente participativa, como debe serlo la sociedad venezolana, la línea editorial de los medios de comunicación no debe estar en manos de los dueños de los medios sino del Poder Popular, mediante la figura del Consejo Editorial electo popularmente.

Parte importante del proceso de construcción del Poder Popular avanzado hasta ahora por la Revolución Bolivariana es la ampliación del concepto de “propiedad”, que en el modelo neoliberal capitalista se limita a una sola forma, pero que en nuestra Constitución es elevado a cinco, que incluyen la propiedad privada tal como se concibe en la lógica del libre mercado, así como las propiedades mixta, social, comunal y el Estado.

Una revolución que persiga transformar a fondo el Estado para garantizar el establecimiento de la justicia y la igualdad social debe avanzar en la creación de nuevas formas de propiedad sobre aquellos medios, como los de comunicación, que influyan de manera determinante en la vida de la Nación. Así lo pensó Chávez y así debe ser.

El antiguo criterio del aseguramiento de la propiedad social sobre el espectro radioeléctrico a través de la figura de la concesión es definitivamente caduco e inoperante frente al peso tan determinante que ejerce hoy esa poderosa instancia que son los medios de comunicación sobre la sociedad, cuyo rol actual no tiene en lo absoluto nada que ver con el carácter informativo y de entretenimiento para el cual fue concebido.

Así como la soberanía debe ser ejercida sobre los recursos naturales renovables y no renovables –como el petróleo, el hierro, la bauxita y los demás minerales, así como sobre las empresas básicas, como las del aluminio, las estratégicas como las de telefonía, etc.– sin que ello signifique eliminación del espacio que le corresponde al capital privado, también debe entenderse hoy como un área altamente sensible el ámbito del medio de comunicación.

La única manera de alcanzar la paz en la Venezuela de hoy es mediante la recuperación de la sindéresis de la población que hoy ha estallado como producto de una guerra inclemente que ha promovido su neurotización y su irracionalidad hasta llevarla al extremo de la violencia terrorista más desalmada y sanguinaria.

Solo así podrá encontrarse a sí misma la Venezuela productiva y trabajadora, bajo un mismo propósito de proyecto nacional sin sectarismos y sin intolerancia, para abocarse a la recuperación definitiva de la senda de bienestar que le proporcionó a todas y todos las venezolanas y venezolanos la Revolución Bolivariana, y que en mala hora vino a detenerse por el afán usurero y especulador de unos pocos, aunados a aquellos que fueron presa de las campañas de infamia, difamación y mentiras que vertieron sobre la población los medios de comunicación privados que han jugado desde siempre a la desestabilización y al estallido social.

Existe una infinidad de experiencias y fórmulas de cogestión que deben explorarse para avanzar hacia ese esperanzador modelo de comunicación social con base en la elección popular democrática, participativa y protagónica, para que la verdad verdadera, si cabe la expresión, salga a relucir por fin como herramienta que inspire y asegure la construcción de la paz y la prosperidad común de las venezolanas y los venezolanos.

Las juntas directivas de los medios de comunicación deben ser electas popularmente. Así lo propondré en la Asamblea Nacional Constituyente que vamos todas y todos a elegir la próxima semana.

@SoyAranguibel
Caracas