Por Beatriz Aiffil|Quinta Crespo (Opinión)

Los taxistas, porque a veces una se monta en su taxi, no quieren ir a Quinta Crespo. No quieren oír mencionar esa localidad. –Señor, ¿me puede llevar a Quinta Crrr…? Hasta ahí llega el cantar. No te dejan terminar la frase. Era azul el taxi, pasado, se fue.

Es sórdida la cosa, jevi, es como vivir en el Bronx o en Johannesburgo o en Bankok.

En Quinta Crespo, Santa Teresa, San Juan, Santa Rosalía y El Silencio el panorama es similar. Conforman un barrio plano, tal como si nos hubiésemos derramado de El Calvario. Es lo que llaman “daun taun”, los gringos.

Ahí está todo: Miraflores, el Capitolio, el Centro Simón Bolívar, la central de bomberos, el mercado, bodeguitas y supermercados, ventas de trajes de novia, tiendas de brujos, casas de instrumentos musicales, iglesias misteriosas de pecados simulados, templos que ofrecen sanar dolores de alma, pensiones, plazas, teatros recuperados y devueltos. Todos los poderes, todas las oficinas, todo. Además está el corazón de Caracas: la plaza Bolívar.

Pero para entrarle a Quinta Crespo, y aunque pertenezca al mismo saco, hay que nombrar todo, menos Quinta Crespo. Ahora que se armó la de san Quintín Crespo, menos que menos.

En ese saco hay refugios, residencias, tugurios, guaridas, cubiles, casas, pensiones, viviendas Venezuela, calles sucias y dos calles limpias.

Hay gente organizada y anárquica, preocupada y apática, sucia y aseada, indolente y decente; hay especuladores, buena gentes, mafiosos, buhoneros desalmados y honestos, malandros malísimos y malandros buenos (categoría aceptada), narcos al detal (los narcos al mayor están en el Este), indigentes, trabajadoras de la calle, obreros portugueses, españoles, colombianos, dominicanos, venezolanos. Todos los días hay alguien que cumple años. Hay tiros, puños, bofetones. Hay amor, sonrisas, solidaridad también.

En ese saco hay un Mandela bajo una mata de caucho. Un Alí entre gente que llaman fea. Un Bolívar con palomas que lo tratan de tú y se le paran confianzudas en la cabeza.

También hubo niños ahora jóvenes que recibieron ansiosos clases de inglés en improvisado salón del refugio que ellos llaman “de la alegría”. Niños a los que llevábamos en filita a las actividades de reciclaje organizadas el Gobierno Bolivariano en plaza Caracas. Gente que vive en galpones mientras construyen su propio edificio.

Y un hermoso amigo que siempre ofrece llevarnos en su mototaisi pa África.

baiffil@gmail.com