Rafael-José Díaz: “La musa es una mala víbora que me incita a arrastrarme”

“La poesía nos traslada el aliento de lo imperecedero, construye un mundo alternativo a este de aislamiento, horrores, fanatismo y banalidad en el que vivimos. Pone el acento en lo esencial y señala el camino hacia el interior, hacia otro tipo de velocidad vital, de percepción, de trato con los demás”, reflexionó el poeta español Rafael-José Díaz (Tenerife, 1971), quien recientemente estuvo en Caracas, donde participó en una serie de conferencias, talleres, cátedras y recitales.

Con más de una decena de obras publicadas entre poemarios, novelas, ensayos, relatos y traducciones, el autor canario de 47 años respondió vía internet al Correo del Orinoco una serie de interrogantes sobre la poesía y otros temas del mundo literario.

SIEMPRE VIGENTE

-¿Considera que la poesía en el presente milenio tiene el auge que tuvo en siglos pasados?

-Creo que la poesía, al tratarse del género más antiguo de la historia de la literatura, estará siempre vigente. La poesía no ofrece respuestas, sino que plantea preguntas sobre el presente. Siempre va a haber preguntas sobre el presente, pues el presente siempre será satisfactorio.

Para el autor, constantemente nos topamos con conflictos, incertidumbres, hundimientos, deterioros que exigen buscar un nombre que es difícil encontrar. En este sentido, dice, la poesía no inventa sus nombres, sino que los imagina, los propone. Trafica con imágenes y se expone a que ese tráfico sea denunciado por ilegal. Asume las responsabilidades que la ilegalidad de ese tráfico pueda conllevar y está dispuesta a permanecer en la clandestinidad todo el tiempo que haga falta para preservar su condición de discurso insobornable.

“¿Cree que en estas condiciones va a dejar de tener auge la poesía, el lenguaje de lo insobornable, lo único que nos conecta con el trasfondo de nuestras vidas, con los conocimientos no demostrables sino acaso percibidos en un ápice de intuición que es muchas veces más valioso que la más exacta de las ecuaciones o los teoremas?”, se pregunta Díaz.

En su respuesta, dice no saber si la poesía seguirá leyéndose en los funerales, las calendas, los esponsales o los descansos de las labores del campo, “si es que todavía existen en nuestro tiempo ceremonias de ese tipo, pero lo cierto es que allí donde exista la intemperie, la represión o la incertidumbre seguirán planteando insobornables preguntas la poesía, los poetas”.

FUENTES DE INSPIRACIÓN

-¿Qué lo inspira y dónde lo agarra la musa a la hora de escribir su poesía?

-La musa me agarra siempre en las peores circunstancias. Cuando estoy soñando me visita y se infiltra en mis sueños para que estos, al despertar, sean más terribles de lo que habían sido durante la noche. Cuando viajo, la musa no deja de ponerme zancadillas para que acabe arrastrándome por las más sucias callejuelas o incluso las alcantarillas de los más inmundos barrios de las ciudades. Estoy en una discoteca en Oporto, por ejemplo, o en Caracas, y la musa se acerca a mi oído y me dice que detrás de la música y de las sombras de los rostros hay una cadavérica sustancia que ha ido infiltrándose en la música y los rostros. Me sugiere que haga algo con esa sombra cadavérica de la sustancia de los rostros, de la insufrible intrascendencia de la música, y entonces yo agarro a la musa por el cuello, la cuelgo del abismo de la ciudad nocturna y triste y la conmino a sugerirme qué palabras pueden saber estar en ese borde, colgadas del abismo, inmóviles en el vértigo. La musa es una mala víbora que me incita a arrastrarme para enmudecer y lograr acaso una victoria sobre el silencio que no es sino un balbuceo al que los eruditos o pedantes llaman poema.

-¿Qué poetas en la actualidad llaman su atención a escala mundial?

-Podrían habilitarse listas de poetas imprescindibles, pero ¿de qué serviría? Un poeta que yo pueda leer y que pueda entrar en mí como lo hace un amante, hasta el fondo de la carne, de poco le serviría a otro lector en quien el mismo poeta no lograría ni siquiera rozar la parte más superficial de su epidermis. Hay poetas que han escrito un solo poema que se convierte en una sangre ajena que contamina la nuestra y se convierte en un maleficio de por vida y hay otros que, habiendo escrito muchos poemas hermosos, nos dejan indiferentes como rostros demasiado bellos que ninguna turbiedad convocan en nuestro trastornado deseo. Los mejores poetas son aquellos que nos obligan a cambiar la dirección obsesiva que hasta ese momento conducía nuestras vidas. Aquellos que nos procuran un espejo deformante para que nos veamos exactamente iguales al otro de nosotros mismos.

-¿Pero tendrá un nombre al menos?

-No es necesario dar ningún nombre porque aquel que se sienta tocado por la poesía encontrará tarde o temprano sus poetas hermanos de sangre y de deseo. Los mejores poetas pueden ser la hierba o el musgo, el horizonte o una nube perdida, un pájaro que canta una canción desconocida en el aterido corazón del bosque. Esos son mis poetas preferidos, aparte, claro, de Coral Bracho, Philippe Jaccottet, Rubén Jacob o Carmen Verde Arocha, entre otros.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Cortesía ZA