Por Jesús Bermúdez|La realidad fronteriza y el preámbulo constitucional (Opinión)

La realidad en la frontera colombo-venezolana siempre ha estado sometida a tensiones, roces y conflictos de origen históricos, políticos, económicos, sociales, militares y culturales que configuran una compleja realidad que debe ser abordada en sus justas dimensiones y con mucho cuidado.

La decisión del Gobierno venezolano de cerrar o ampliar el Estado de excepción en los municipios fronterizos del norte del estado Zulia, sin duda constituyó un duro golpe a las mafias que operan desde Colombia. El tratamiento respetuoso por parte del Gobierno Nacional y estadal a la cultura de los pueblos prehispánicos establecidos en la región hace miles de años, y a los pueblos y culturas que hacen vida al lado de nuestros indígenas, sorprendieron a políticos inescrupulosos y mafias organizadas quienes calculaban que las medidas generarían una serie conflictos a su favor, una especie de pesca en río revuelto, algo que no sucedió.

El cierre de una frontera no es como cerrar la puerta de la casa donde uno vive y ya. Es una situación (como dirían mis hermanos colombianos) supremamente compleja. En donde la práctica de una visión distorsionada de la actividad económica, comercial y financiera, se le suman grupos paramilitares que actúan como fuerza de choque al margen de la ley, contando siempre con la mirada complaciente del Estado colombiano.

El diseño de esta arquitectónica delictiva desde Colombia tiene como objetivo desangrar sin piedad la economía de otros países como Venezuela y Ecuador en nombre del capitalismo puro, simple y especulativo de la peor casta, pero muy normal para quienes viven del trabajo de los demás.

Para un botón, remítanse a las groseras declaraciones del canciller María Ángela Holguín criticando los subsidios de los alimentos por parte del Gobierno venezolano. La economía venezolana no será la mejor economía del mundo, pero produce, al menos le da de comer a un tercio de la población colombiana que se sigue abasteciendo de gasolina y productos venezolanos.

Por supuesto, la derecha venezolana no se podía quedar atrás en las críticas al Gobierno, ha señalado que las medidas tomadas por el gobierno del presidente Nicolás Maduro “contravienen las más elementales normas de convivencia y respeto a los Derechos Humanos”. Nada más falso, inclusive más allá del cumplimiento de marco normativo venezolano (que ya es decir bastante), es sorprendente el apego irrestricto de las medidas gubernamentales al Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela la cual sirve soporte al desarrollo de las normas constitucionales.

Las acciones tomadas por el gobierno y el seminario consultivo actualmente en desarrollo, garantizan la participación y el protagonismo bajo una visión multiétnica y pluricultural signada por valores como la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial y la cooperación pacífica como una constante, asegurando el derecho a la vida, el trabajo, a la cultura, la educación y la justicia social. ¡Presidente Maduro no afloje, el camino es el correcto!

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