El alcalde planea construir un zoológico en Curupao|Medio día en Guarenas con Rodolfo Sanz al volante

Un ramillete de cadillos envió el alcalde de Plaza, Rodolfo Sanz, a uno de sus directores. Lo arrancó con sus propias manos el miércoles en la mañana en el parque La Guairita, molesto porque el funcionario no cumplió con la tarea de supervisar las instalaciones de este espacio construido por Odebrecht a petición suya.

Sanz examinó el parque palmo a palmo. Tocó la tierra para ver si las plantas habían sido suficientemente regadas. Observó y probó los equipos para hacer deporte. Y se encontró con los cadillos, lo que lo exasperó. Tiene la escuela de Hugo Chávez: Las cosas se hacen bien o es mejor no hacerlas.

No les pide a sus colaboradores menos de lo que él está dando como alcalde. Y, a juzgar por el recorrido que realizó con el Correo del Orinoco y por la reacción de vecinas y vecinos al verlo, el mandatario de Guarenas se ha ganado a pulso la legitimidad del cargo que el pueblo le dio con su voto para el periodo 2013-2017. El lema de su gestión es Revolución con eficiencia, y lo quiere concretar letra por letra. Se niega a que el socialismo se asocie con vicios, ineptitud, flojera, colas. Hay alcaldes que solo saben moverse rodeados de escoltas y aire acondicionado, o que se enteran de que hay un hueco cuando ya los vecinos le cantaron el “cumpleañosfeliz” al cráter. Este no es el caso.

Toma el volante de una camioneta y, con los vidrios abajo, empieza a mostrar los edificios que está siendo acomodados en el conjunto residencial La Guairita (“los estamos pintando” con apoyo de Corpomiranda, precisa), las calles del barrio La Guairita que fueron arregladas. “Epa, Rodolfo”, le grita un hombre, sentado en medio de un grupo. Él saluda y sigue describiendo el antes y el después de una zona que -según relata- estuvo abandonada por décadas; incluso, por supuestos alcaldes bolivarianos.

“Autocríticamente debemos reconocer que nos habíamos descuidado. Yo lo dije, y por eso nuestra propuesta se llama plan para reconstrucción de Guarenas. Estoy reconstruyendo Guarenas”.

“Esto estaba acabado”, admite. No se necesita un ejercicio grande de imaginación para suponer cómo era la zona.

“Acomodamos el ambulatorio, acomodamos la escuela”, desgrana, mientras maneja el vehículo. También se hicieron aceras y se asfaltaron calles. “Vamos a construir un parquecito más”, adelanta, como noticia para una comunidad que tiene más de 60 años de fundada. De bajada, le pregunta a una señora del conjunto residencial La Guairita: “¿Cómo está quedando?”. La respuesta lo anima: La doña le agradece haber iniciado las obras.

UN ZOOLÓGICO EN CARUPAO

Enfila hacia la zona industrial Guayabal. Sanz conoce los recodos, las fallas: fue concejal en Guarenas entre 1992 y 1995 y aquí se formó -y se forjó- como líder político. Mientras llegamos a Curupao, explica que tuvo que poner mano dura para evitar que los cortejos fúnebres que iban hasta el cementerio se convirtieran en una fiesta de pistoleros con vueltecitas en la autopista y disparos al aire.

También comenta que las motos circulan hasta la 1:00 am y que está prohibido montar a niñas y niños en estas unidades de dos ruedas. Asegura que todo se hizo previo acuerdo con los dirigentes de los motorizados. A esto lo llama el ejercicio democrático de la autoridad del Estado.

En el camino hacia Curupao se pasa por una planta en la que un grupo de hombres trabaja bajo el sol. Puntualiza que se trata de la empresa Delta, de cables para la construcción. El alcalde destaca la inversión -unos 10 millones de dólares- y la fecha en la que comenzará operaciones: primer trimestre de 2016.

Al arribar a Curupao cobran sentido las palabras de Sanz, quien diagnostica que la población humilde de Guarenas tiene pocos lugares de esparcimiento, y ese es uno de ellos. Ese día -miércoles 26 de agosto- niñas y niños del sector Rosa Mística chapoteaban entre la poca agua que corre del río (la sequía ha sido implacable) y jugaban con poco pero se divertían mucho. “Esto estaba lleno de vidrios, de basura”, rememora. “De aquí sacamos hasta animales muertos”.

Con el esfuerzo colectivo de la alcaldía se saneó el lugar. Pero la idea del mandatario es sembrar más de mil plantas, construir varias piscinas naturales y levantar cabañas de madera. Quiere, además, instalar un zoológico -con la asesoría de Expanzoo- y concretar cultivos organopónicos. Agradece la ayuda del presidente Nicolás Maduro y del presidente de Corpomiranda, Elías Jaua, y dice estar seguro de que, como ambos han visto lo que se ha hecho en Guarenas, le aprobarán los recursos -unos 190 millones de bolívares- para ese proyecto.

“Alcalde, tiene que hacer que llueva”, le solicitan unas niñas en Curupao. No está en sus manos el chaparrón, pero sí, convertir Curupao en un espacio siempre verde, siempre con agua, mediante un sistema de compuertas. Varias lideresas de Rosa Mística le piden una cancha deportiva, y él se compromete a levantarla.

A la salida se detiene en un punto del río para dibujar lo que tiene en su cabeza: las compuertas, una franja con quioscos y parrilleras. El proyecto está casi listo. “Eso lo hago yo el año que viene”, garantiza.

EN LA COMUNIDAD: ¡AGUA!

La próxima parada es en la antigua entrada de Guarenas, de esta ciudad de 300 mil habitantes que sigue teniendo alma de pueblo. Es el sector La Comunidad. “Esto era un chiquero”, recalca. Sanz propone bajarnos para constatar los trabajos que se materializaron, y justo en el sitio donde estacionó el vehículo se ve el borboteo de un bote de agua. Exige que uno de los funcionarios de su equipo se presente en el lugar para buscarle solución. “Si lo dejamos así”, advierte, “se nos va a dañar toda la calle”.

Continúa su descripción del antiguo rostro de La Comunidad. “Este era el peor basurero que te puedes imaginar”, asegura. “Todo estaba destruido”.

En la plaza Santísima Trinidad aborda a Yormey Castro, la joven que se encarga de mantenerla limpia y verde. De nuevo -como lo hizo en el Parque La Guairita- toca la tierra. Castro le explica que necesita más manguera para regar mejor. Él promete buscarla.

Cuatro mujeres se le acercan: “Aquí está mi alcalde adorado”, le dicen. Tras el beso en la mejilla, le piden agua para la zona de Colina Feliz. Sanz llama a un funcionario y ordena: “Refuerza hoy toda la tarde para allá arriba” con las cisternas.

Un mecánico demanda su ayuda para tumbar una pared. Es Alomía Sánchez, del Automecánica Hexagón. “Quiero que pongamos esto bonito”, expresa Sánchez. Un motorizado se le acerca al alcalde; le cuenta que en el urbanismo Santa Cruz abundan los problemas y escasean las soluciones. Carlos González, “segundo a bordo” en servicios públicos de la alcaldía, es comisionado para irse inmediatamente al lugar. “¿A usted le mandaron el ramo de cadillos?”, le preguntamos. “No, fue a otro”, responde entre sonrisas.

Casi al mismo tiempo César Rubiespero, vocero de las mesas técnicas de agua del Consejo Comunal Comunidad Parte Baja, solicita una reunión con Sanz. El mandatario replica que irá a la comunidad a escuchar los planteamientos. De una vez le pone fecha al encuentro: 9 de septiembre en la tarde.

LAS EMBLEMÁTICAS

En el casco central, Sanz enseña la catedral de Guarenas: “La recuperamos”. Asciende por la calle Cedeño y contrasta lo que se ve con el retrato de lo que hubo. Las fotos muestran un pasado reciente de abandono. Seguramente se puede hacer más -si no, pregúnteselo a las y los habitantes de Guarenas- pero la realidad es que el cambio entre el antes y el después es notable. “Son 350 metros de calle”, acota, que ahora tienen murales, escaleras, tuberías reemplazadas. “La reparamos en dos meses”.

En la Casa de la Cultura el maestro Oswaldo Yanes recibía ese día un lote de libros para la Librería del Sur que allí funciona. Yanes prepara una exposición sobre el Manifiesto del Partido Comunista, de la que comparte un breve anticipo. Al salir hacia la plaza Bolívar el alcalde aclara que, en vista de que nadie le ponía empeño a este espacio público emblemático y, por el contrario, funcionarias y funcionarios pasaban sin percatarse de su decadencia, optó por “entregárselo” a la concejala Zulmy Orozco. La edil se sonríe, con la frente sudorosa. Parece una dama de hierro, dispuesta a cumplir la tarea que le fue encomendada. “Hay gente que dice que no va a regar matas”, critica Sanz. Quien piense eso lleva las de perder con este mandatario que prefirió arrancar los cadillos con sus manos antes de permitir que se le clavaran a un niño.

T/ Vanessa Davies
F/ José Avelino Rodrigues