El pueblo le atribuye milagros|Pedirán declarar Patrimonio de la Humanidad la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Mérida

Foto/ Annel Mejías Guiza

Más de 2 mil personas se congregaron el 2 y 3 de febrero para celebrar el Día de la Candelaria en la parroquia Santiago de la Punta, en la ciudad de Mérida; fiesta que reúne rituales de origen católico, indígena y posiblemente africano.

La iglesia de la Parroquia no se dio abasto el 2 de febrero. Al mediodía los vasallos de la Candelaria, con sus trajes de brillantes colores, pantalones a media pierna, alpargatas, capas bordadas y sombreros de paja con lana de colores y plumas, pasearon a la virgen por todas las calles del pueblo.

Frente a la procesión caminaba, bailando, Gustavo Durán junto con su hijo de seis meses, Ángel Gabriel. “Es primera vez que lo traigo; vengo a presentarle mi hijo a la virgen, porque el próximo año será vasallo”, dijo.

El primer capitán de la cofradía de la Candelaria, Porfidio Urbina, es vasallo desde que estaba en el vientre, es decir, tiene 63 años como servidor de la Candelaria, pues su madre se lo ofreció antes de nacer. Dijo que fue “el primer organizador de las fiestas”.

“Estamos sobre los 400 vasallos y vasallas. Esta cofradía sobrepasa los 200 años”, explicó Urbina. “Vamos a recoger firmas para pedir que la fiesta y la cofradía de los vasallos de la Candelaria seamos declarados patrimonio cultural del país y del mundo”, dijo el capitán Urbina.

ALABANZAS EN COPLAS

Según la investigadora Jacqueline Clarac de Briceño, en el libro Dioses en exilio, la Candelaria es una piedra en la cual se insertó la imagen de una virgen. Se lleva a cabo en dos tiempos: el 2 de febrero sube la virgen desde el sector Zumba hasta la Parroquia; y al día siguiente, en una procesión, vuelve a bajar a Zumba.

Para María Juana Avendaño, quien vive cerca “donde la virgen nació (en Zumba)”, los bailes del último día son más pintorescos. “Como somos nacidos de aquí, creemos en ella”, reveló.

A las 3:00 pm del 2 de febrero, la plaza de la Parroquia se vistió de vasallos. En cuatro filas, las y los danzantes se apostaron frente a la virgen y, luego de alabarla con versos, empezaron los bailes, considerados por Clarac de Briceño como rituales autóctonos o indígenas.

Allí, se presentó a los recién nacidos, vestidos de vasallitos, ofrecidos antes de nacer: “Virgen de Candelaria/madre de verbo divino/aquí te traigo a Jesús David/para que sea tu vasallito/y lo lleves por buen camino”.

Otros, agradecieron favores: “¡Oh, Virgen de la Candelaria/madre de San Andrés/hoy yo te doy las gracias/por poder volver a estar sobre mis pies/caminando y bailando igual que la primera vez”.

“Me hizo caminar otra vez”

“Es una tradición que la madre ofrezca al niño o niña, antes de nacer, a la virgen”, relató el vasallo Dennys Nieto, quien es miembro de la cofradía desde hace 34 años. Según su versión, la virgen lo hizo caminar otra vez.

“El 28 de diciembre del año 2002 tuve un accidente, regresando de Caracas. Trabajo allá y soy efectivo militar de la Guardia Nacional. Se me desvió un disco de la columna, tuve fracturas en ambas piernas y se me dislocó un brazo”, relató Nieto.

El 2 de febrero del año 2003 asistió a la misa de la Candelaria en silla de ruedas, “fui a despedirme de la virgen. Me quería suicidar, porque no podía caminar”, confesó.

Dos días después, su hermana, sin culpa, le lanzó un libro en el pie y “sentí el golpe”. Luego, llegó a su casa un fisiatra, “diciendo que una señora lo había mandado para que me ayudara. Nunca dimos con la señora”, contó Nieto. El 2 de febrero del año 2004, luego de seis meses en tratamiento, Nieto regresó a la misa. Estaba caminando.

Como parte de su promesa, debe cargar todos los años el estandarte de la virgen. “Allí, en su milagrero, están colgadas mis piernas de oro. Se las traje caminando”, narró.

T y F/Annel Mejías Guiza