Columna Correo de los derechos|Reglamento del desarme: ¿Y ahora qué? (Opinión)

Ha sido aprobado el Reglamento de la Ley de Desarme, Control de Armas y Municiones. Normativa esperada y que debe contribuir para acelerar a paso redoblado el trabajo pendiente.

Han transcurrido casi 10 meses desde la aprobación de la ley y la implementación de la política de desarme en estos meses ha sido (hay que decirlo con responsabilidad y ética revolucionaria) ineficaz e ineficiente.

A pesar del inmenso impulso y la motivación por parte del presidente Nicolás Maduro en la lógica del plan de paz y convivencia, convocando a vencer el maléfico culto a las armas, hoy los resultados sustanciales en materia de desarme son paupérrimos. Y por supuesto, no se puede achacar esos pobres resultados a una ausencia de reglamento.

Ahora, con esta norma adicional (muy perfectible por cierto) no hay pretexto para demorar la implementación del desarme en su dimensión voluntaria.

Para ello, el Servicio Nacional para el Desarme suena como una posibilidad de dar piso a los procesos necesarios: crear las estructuras materiales para la recolección de armas entregadas, formar los equipos técnicos que atenderán los centros de recolección de armas , generar los incentivos para la entrega de armas, velar por la oportuna e inmediata inutilización de esas armas como manda la ley (evitando su desvío o reciclaje), desarrollar campañas convincentes para propiciar el desarme, entre otras tareas.

Es positivo que se haya valorado la idea de la Codesarme en cuanto al otorgamiento de incentivos colectivos en calidad de bienes o servicios. No obstante y dada la forma en que ha sido planteado el Artículo 182 del reglamento en su segundo párrafo, es preciso cuidar que la garantía de derechos (que es tarea indelegable del Estado) no quede subsumida o condicionada por el otorgamiento de incentivos.

Preocupa la existencia del Artículo 195, que deja abierta la posibilidad de no inutilizar un arma recibida de manera inmediata. Existen mecanismos manuales que se pueden aplicar en esos casos (por ejemplo, en Brasil utilizan una maza). Permitir que armas recolectadas no sean inutilizadas ipso facto es una forma de mermar la confiabilidad en el desarme voluntario.

El desarme fue una convicción del comandante Hugo Chávez. Él apoyó y propició condiciones para transitar el camino al desarme total. La ausencia física de él no puede convertirse hoy en el pretexto para traicionar el legado. Hay un pueblo que observa y espera resultados. Ni un muerto más por las armas.

T/ Pablo Fernández B.
pabloefb@yahoo.com