De sonrisa permanente y ahora eterna, quienes conocieron a la periodista Rosana Ordoñez, saben de su don para el diálogo y el compartir, no importa en la barrera política donde se encontrara. Pues desde el domingo y como señaló, “estaré cabalgando por las nubes del cielo en un unicornio azul”, ya está en otra instancia, luego de sucumbir al cáncer de páncreas.
Desde los ya lejanos años setenta del siglo pasado, comenzó su trajinar periodístico. Ya en la década de los ochenta su imagen se apreció más en la pantalla chica, ya que estuvo en el matutino Lo de Hoy, de RCTV, donde compartía con el también desaparecido comunicador Emilio Santana, donde ambos conquistaron a la audiencia de esa época con su estilo ágil, fresco y desenfadado para comentar la noticia.
Con casi cinco décadas como periodista en diversos medios nacionales, se inició en las páginas del diario El Nacional, y fue una de las primeras mujeres en dirigir un medio impreso, las revistas Bohemia y Momento, del Bloque De Armas.
Ejerció además como Ministra de Comunicación durante el breve gobierno de transición del doctor Ramón J. Velázquez (escribió un interesante libro llamado La casa del odio, a raíz de esa experiencia). Fue presidenta del partido Social Cristiano Copei y en el ámbito gremial como secretaria del Colegio Nacional de Periodistas, seccional Caracas, y presidenta del Instituto de Previsión Social del Periodista.
Además fue concejala metropolitana de Caracas (2000-2004); jefe de relaciones institucionales del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (1995-1997) y luego directora en el mismo cargo de este ente (1998-2000); directora de información de la Línea Aeropostal Venezolana (1976); jefe de relaciones públicas del Ministerio de la Juventud (1972) y Vicepresidenta del Canal 44 TV de Vargas.
DOCENTE
En los últimos tiempos estuvo lejos del quehacer periodístico diario, debido a las demandas hogareñas y la salud de su hija Gaby. Sin embargo, ejercía como docente en tres universidades, en una de las cuales fue su directora, y poco antes de su fallecimiento, obtuvo el Doctorado en Ciencias Sociales por la UCV.
Su frescura y espontaneidad destacaron en su perfil de las redes sociales, donde compartía diariamente con sus lectores las anécdotas de “los tres mosqueteros”: ella, su hija Gaby, y su esposo, en sus peripecias para sortear las dificultades económicas del país.
Igualmente publicaba regularmente en redes sus recetas de cocina para la crisis, con un éxito que la motivó a publicar su libro La Mesa de Rosana, en el que cuenta sus experiencias culinarias, recetas, consejos e historias compartidas por su familia y amigos.
La periodista Maritza Jiménez escribió en El Universal, que a pesar de todo compartió con sus seguidores los detalles del proceso de su enfermedad, desde antes del momento de su detección, y tampoco se llamó a engaños cuando estuvo a punto de ingresar a la primera intervención, escribió: “Y si me voy, quiero que llenen esta página de poemas y de flores, pues estaré cabalgando por las nubes del cielo en un unicornio azul”.
Podemos decir sin exagerar que Rosana Ordoñez dejó un millón de amigos en todas las áreas donde se involucró, eso sí: nunca cediendo en sus principios políticos y éticos.