Permiten reencontrarse con la ciudad mediante los sabores|Las rutas gastronómicas son una opción para emprendedores

Una vez que la persona se inscribe en una ruta gastronómica de Vanessa Rolfini, recibe los datos de la jornada, tales como la hora, lugar de encuentro, tiempo de la actividad. También está al tanto de las recomendaciones, como utilizar zapatos cómodos, ropa fresca y protector solar, además de “traer mucha hambre y ganas de pasarla bien”.

Así lo expresó la periodista y especialista en gastronomía, Vanessa Rolfini, el pasado jueves en la Hacienda La Trinidad, donde dictó la charla Rutas Gastronómicas, una disciplina gustosa, una manera de reencontrarse con la ciudad a través de los sabores.

Durante la jornada, organizada por Cacao de origen, explicó a las y los presentes cómo organizar una ruta gastronómica, qué hacer y qué no.

Una ruta gastronómica, explicó, requiere escoger un producto o un tema central relacionado con la gastronomía, un tipo de comida o un lugar en particular. Luego se unen los puntos y se establece un circuito que se pretende mostrar a las personas.

Entonces “se estudia qué lugares se pueden visitar, qué se podría comer”. Agregó que las rutas pueden ser guiadas o no: “La idea es mostrar a la gente con un esquema o un sentido, determinado lugar”.

En este punto, aseveró que es muy importante que el tema central sea atractivo y que sobre él se pueda obtener suficiente información, porque hay “temas que se agotan rápido”, como hay “temas que dan para mucho”.

También hay que tomar en cuenta, indicó, si hay acceso a la zona, si hace sol o las lluvias son frecuentes; si existe facilidad para caminar, si la gente del sector es amable: “Es la única manera de armar con efectividad la ruta”.

A PIE O EN CARRO

Las rutas guiadas, apuntó Rolfini, se pueden efectuar caminando o en automóvil. “En carro se pueden permitir ciertas licencias que no te permites caminando”, apunta. Pero también hay que pensar en que rutas como las de Chacao o el Hatillo no tiene sentido hacerlas en carro.

La experta propone crear un circuito, que se construye con base en un mapa de un municipio o de la zona, en el que se señalan con un número o con colores donde están los lugares recomendados. “La idea de una ruta es romper esquemas, que salgas de tu zona de seguridad y vayas a sitios a los que generalmente no vas por el motivo que sea”.

Tal como lo ratificó, “una persona puede crear un ruta, escogiendo cuatro o cinco lugares; por ejemplo, de La Carlota o de La Candelaria. Entonces le das un sentido. Que el dueño de los espacios cuente a las personas por qué están allí, como llegaron allí. También se hace una degustación de algún plato”, comentó.

Rolfini puntualizó que se puede elaborar una ruta, plasmarla en un papel o en un mapa y ofrecer las recomendaciones de los lugares que pueden ser visitados: Así “empiezas a abrir puertas para que las personas se asomen a lugares y sitios” que generalmente no visitarían.

RUTAS GOLOSAS

Sobre el esquema de trabajo que utiliza en sus rutas golosas, afirmó en primer lugar que las realiza “a pie, caminando”; por ello, lo ideal son 15 personas, o máximo 20. “Además de probar las comidas de los lugares, vas enseñando la ciudad, dándoles datos a las personas. Por ejemplo, en la ruta de la avenida Victoria le digo a la gente cómo nació la avenida, quién la construyó, el tipo de edificio y vecindario”.

Por esa razón, enfatizó, es necesario estudiar. “Las rutas tienen ritmo, un objetivo y hay que saber cómo promocionarlas. Yo sueño que Caracas se llene de rutas”.

Rolfini repitió una y otra vez: “Hay que estudiar, conocer bien las rutas; no hay improvisaciones. Esa palabra en este negocio no existe. Nada se deja al azar. Ni la hora a la que llegas a los sitios”.

Comentó que es importante documentarse, saber qué “hacen otros, porque no se está descubriendo el agua tibia”. De hecho, señaló que en Europa existe una gran tradición de rutas gastronómicas, así como en México, Argentina y Chile.

Relató que, en sus comienzos, sus rutas constaban de hasta 12 sitios. “Comenzaba a las 8:00 am y terminábamos como a las 3:00 pm. Después de tres horas, con sol, calor y caminando, la gente se cansa”, admite.

Por esa razón, “una ruta no debe durar más de cuatro horas; más de este tiempo, es forzar la barra”, acotó.

En cuanto a las preferencias, Rolfini señaló que la gente está ávida de conocer lugares y hay “hambre de información, de saber y conocer”. En términos generales, precisó que la mayoría de las personas desean relajarse, conocer lugares nuevos, probar comidas diferentes: “Es la emoción de la exploración y del descubrimiento”.

EN LA AVENIDA VICTORIA

Al comentar sus rutas, indicó que comenzó de la mano de la Alcaldía de Chacao, donde ha construido tres rutas: Los Palos Grandes, el pueblo de Chacao y La Castellana. También ha trabajado con las alcaldías de Sucre y El Hatillo.

Otra ruta de su preferencia, resaltó, es en la avenida Victoria: “Yo vivo en esta avenida, es mi vecindario”. La realiza el segundo sábado de cada mes y tiene un costo de 950 bolívares, que incluye la guía y la comida en los siete espacios a visitar. La ruta de Chacao se hace una vez al mes.

En su opinión, Colinas de Bello Monte es una zona excelente para crear una ruta: “Es un sector muy bello, de por sí es una ruta”. Por ello, animó a crearla: “Si dos o tres vecinos se animan yo les puedo decir qué hacer, lo que me ha funcionado a mí. Comparto la información. La gente de La Carlota podría hacer lo mismo”.

T/ Leida Medina
F/ José Luis Díaz