Los “quemaditos” siguen siendo un problema|Sacven recalca que contenidos en internet y en Twitter también generan derechos

Los llamados “quemaditos” son un problema para Sacven, explica el director de Sacven, José Rafael Fariñas.

“Cada disco que tú quemas, cada canción que tú descargues y no pagues por ella, cada película a la que tu accedas sin tener que pagar y lo haces ilícitamente, pues es una remuneración que tú has dejado de pagarle a alguien y obviamente que eso siempre sigue siendo un problema”, asevera.

Pero a este se han sumado otros, tales como las descargas ilícitas, las emisiones por internet, “la apertura de páginas web para comercializar contenidos sin autorización” y otras modalidades de intercambio digital.

Fariñas insiste en que la población debe entender que el hecho de que los contenidos estén en internet no quiere decir que son gratuitos y que puede hacer con ellos lo que quiera. “La gente confunde la libertad de internet con la libertad de los contenidos y ahí está el problema”, lamenta.

Para hacer un uso responsable de esos materiales, ratifica el directivo, hay que solicitar las autorizaciones a quien corresponda, que puede ser Sacven o un editor, por ejemplo.

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Los contenidos que se cuelgan en Twitter generan una responsabilidad y un derecho de autor, puntualiza Fariñas.

El director de Sacven propone, a quienes tengan cuentas en redes sociales, revisar las condiciones de uso, en las que se hace explícito que los contenidos que cada quien sube presumiblemente le pertenecen, y si no son de su autoría, tienen licencia para replicarlos. En otras palabras, si alguien cuelga un libro, una canción o un video y no posee la autorización para ello se está convirtiendo “en un medio para difundir, para distribuir, para reproducir contenidos que son ilegales”.

Fariñas señala que, todo contenido protegido por derecho de autor, “no debería ser compartido, salvo que sea contenidos que forman parte de un límite del derecho de autor; es decir, “obras del dominio público o que el propio autor ha puesto a disposición”.

Además, insiste, nadie tiene una patente de corso “para decir por allí lo que le da la gana”, y eso “no tiene nada que ver con violación de la libertad de expresión”.

T/ Vanessa Davies
F/Archivo