El caso Jesuitas de 1989 |El Salvador:»Ignacio Martín-Baró afrontó su muerte con elegancia y humor», dice su hermano

El sacerdote Ignacio Martín-Baró afrontó con «elegancia y humor» los momentos finales de su vida, que apagó supuestamente el excoronel salvadoreño Inocente Montano, cuya vista de extradición a España se celebra este miércoles en EEUU, según relató a Efe el hermano del jesuita, Carlos Martín-Baró.

«La última vez que le vi estaba muy preocupado. Como no le había visto nunca. Si oía un ruido o un avión le parecía que podía pasar algo», recuerda Carlos, que se encontró en España con su hermano en 1989, meses antes de que miembros del Ejército salvadoreño lo asesinaran en la Universidad Centroamericana (UCA).

Montano es uno de los acusados de orquestar hace casi 26 años, durante la guerra civil de El Salvador (1980-1992) el asesinato de cinco jesuitas españoles -entre ellos Martín-Baró e Ignacio Ellacuría- además de otro religioso salvadoreño, la ama de llaves Elba Julia Ramos y su hija Celina, de 16 años.

«Estoy convencido de que, de alguna forma, mi hermano sabía cuál era su final. Habló para despedirse por teléfono con mis padres en Valladolid con ese humor y elegancia tan suyos. Les decía: ‘Miren, les pongo el teléfono para que escuchen la balacera’ y ‘No se preocupen que estamos rodeados por el Ejército'», recordó.

«Tan rodeados que entraron impunemente para cargárselos a todos», añadió Carlos.

Un escuadrón de la muerte irrumpió la madrugada del 16 de noviembre de 1989 en el Centro Pastoral de la Universidad de los jesuitas, les ordenó salir al jardín y tumbarse boca abajo en el suelo, donde aparecieron a la mañana siguiente sin vida y con varios tiros en el cuerpo, según mostraron las imágenes.

«El dolor fue muy profundo y se queda en nosotros. (…) Pero, desde el punto de vista personal, nunca tuvimos deseos de venganza. El dolor se fue interiorizando y uno se acostumbra a vivir con esas cosas», destacó Carlos, de 74 años, mayor que su hermano Ignacio, al que se refiere como Nacho.

«Claro que profundamente nos importa que se abra un proceso para dar justicia, pero pensando en Nacho y pensando en las repercusiones que eso pueda tener en El Salvador, en su país», destacó Carlos, conocedor de primera mano de la influencia que el país centroamericano tuvo en el pensamiento de su hermano.

Ignacio, seguidor de la Teología de la Liberación, dejó España a los 18 años y se trasladó a América, un continente que le transformó y le convirtió en un referente de la Psicología Social.

«Vio que el mundo era completamente distinto. Él creía que iba a salvar almas, dentro de un espíritu religioso tradicional. Pero, se dio cuenta de que había que hacer una labor mucho más humana y comenzó un proceso de mestizaje. Acabó por ser un salvadoreño dedicado a los problemas de su pueblo», subrayó su hermano.

«Le mataron como a los otros y eso es lo fundamental. El asesinato tuvo sus perversos frutos porque descabezaron una universidad, que era un centro de análisis de los males de El Salvador. Era gente que estudiaba y vivía los problemas de su pueblo», añadió Carlos por teléfono desde Huelva.

Durante un largo periodo de tiempo, mientras estudiaba en diferentes universidades en Quito o Chicago (EEUU), Ignacio Martín-Baró no pisó España, tierra a la que volvió de vez en cuando, cada vez más frecuentemente y donde despertaba la expectación de toda la familia.

IGNACIO MARTÍN-BARÓ(1942-1989) ERA EL CUARTO DE SEIS HERMANOS

La noche del 15 de noviembre, horas antes de su muerte, también habló por teléfono con su hermana Alicia, en Valladolid, su tierra natal, según escritos judiciales del Centro de Justicia y Responsabilidad (CJA, por su sigla en inglés), una de las organizaciones que impulsó en 2008 la apertura del caso en España.

Durante la llamada, Alicia le preguntó: «Nacho, ¿cuándo se va a arreglar eso?», a lo que el jesuita respondió: «Tiene que haber muchas muertes, muchas muertes todavía para que eso ocurra».

Horas más tarde, Ignacio Martín-Baró y los otros jesuitas serían asesinados y los sospechosos quedarían sin castigo por la Ley de Amnistía de 1993 de El Salvador, que protege a militares e insurgentes que cometieron crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado.

Si la Justicia de Estados Unidos decide abrir la puerta a la extradición, Montano sería el primer acusado en responder por los asesinatos, aunque lo haría en suelo español.

FyF/eldiario.es

En este caso tiene las manos metidas leopoldo «matacuras» castillo (recordar la operación «centauro»)