Como un laboratorio que dejó en evidencia todos los ardides utilizados por la extrema derecha para derrocar al presidente de la República, Hugo Chávez, consideró el ex embajador de Cuba en Venezuela Germán Sánchez Otero los hechos ocurridos en el país en 2002 y 2003.
«Se pusieron en evidencia todos los ardides, las manipulaciones, las maneras que tiene el enemigo de este proceso revolucionario, interno y externo, para tratar de aniquilarlo», expresó el autor del libro La nube negra, cuyo eje temático es el golpe de Estado y el sabotaje petrolero perpetrado contra del presidente Chávez.
La publicación, que será distribuida masivamente en los próximos días, contiene testimonios de más de 60 trabajadores, gerentes petroleros y del sector militar.
«En ningún país del mundo los propios gerentes del petróleo, de una empresa tan importante, paralizaron su industria para tumbar un gobierno», resaltó el autor, durante una entrevista este martes en el programa Toda Venezuela, que transmite Venezolana de Televisión.
Otero no sólo fue testigo del paro-sabotaje de la industria petrolera propiciado por la extrema derecha, que ocasionó cuantiosas pérdidas a la nación y pretendió asfixiar económicamente al Gobierno, sino también, unos meses antes, fue una de las víctimas del asedio a la embajada de Cuba en Venezuela, dirigida por el ahora candidato presidencial de la derecha, Henrique Capriles Radonski.
En La nube negra se incluyen una gran cantidad de fotografías que rememoran los hechos que impactaron al país en 2002 y 2003, entre ellas la imagen del humilde conductor maracayero Jacinto Peña, víctima de alguien que roció con gasolina su unidad de transporte colectivo y le prendió fuego, con él adentro, por no haberse sumado al paro insurreccional, cuyo objetivo era derrocar al Jefe de Estado venezolano.
«El libro le concede a ese episodio un espacio importante, porque en el instante en que la periodista de RCTV ‘casualmente’ se encontraba a las 5:00 de la mañana en el lugar en el que quemaron de forma siniestra a este trabajador, en vez de tratar de auxiliarlo va con el micrófono hacia él, como si fuese un objetivo de guerra y no se preocupa por el ser humano que está quemado», relató Otero.