Héctor Manrique es el director y actor del monólogo|Sangre en el diván vuelve a las tablas para revelar el delirio del doctor Chirinos

Héctor Manrique todavía siente miedo ante un estreno. En dos días comienza la nueva temporada de la obra teatral Sangre en el diván, en la que es actor y director, y aun siente la sensación de que la creación escénica es un acto similar a lanzarse de un piso alto. “Nunca se sabe si vas a caer bien parado”, asegura.

La obra, que fue estrenada en octubre del año 2014, presenta al reconocido psiquiatra Edmundo Chirinos -exrector de la Universidad Central de Venezuela-, quien fue condenado a 20 años de cárcel por la muerte de la joven de 19 años, Roxana Vargas, en un monólogo donde las contradicciones, las especulaciones y las confesiones de éste personaje convergen durante un momento delirante.

De hecho, el monólogo de Manrique está basado en el capítulo “El delirio”, del libro Sangre en el diván. El extraordinario caso del Dr. Chirinos, una investigación de la periodista Ibéyise Pacheco, donde aparecen las largas entrevistas que ésta le hizo al psiquiatra.

Cuando Manrique leyó el libro y especialmente el capítulo antes referido, advirtió una riqueza dramática y narrativa con amplias posibilidades de ser teatralizada. Así fue cómo se planteó el montaje que lo mantuvo al menos un año estudiando y pensando en la construcción del complejo personaje.

“Me pareció sanador experimentar que nos pasa a nosotros con esos personajes que llegan a tener tanto poder, que llegan a ser tan influyentes y que son desde el punto vista ético, personas tan absolutamente despreciables”, explicó Manrique.

Chirinos fue un personaje de la vida pública, que se paseó por cargos de altísima importancia para la nación: Rector de la UCV, diputado, psiquiatra de figuras públicas como los fallecidos expresidentes Hugo Chávez, Rafael Caldera y Jaime Lusinchi, candidato a la presidencia del país.

La elección de esta propuesta para las tablas “viene de mi profunda vocación por los delirantes. Nosotros los venezolanos nos hacemos ver como unos encantadores, pero a lo sumo somos encantables. Cualquiera llega, nos dice una pendejada y nos encantamos. Esa ha sido una de nuestras tragedias nacionales porque por ese encantamiento que los demás ejercen sobre nosotros, estamos eludiendo nuestras propias responsabilidades, pues se las dejamos a ese encantador”, señaló el director del Grupo Actoral 80.

La recepción de la obra, según Manrique, ha sido extraordinaria, no solo en número de boletos vendidos, sino también en el encuentro que ha propiciado con el público. El actor y director cuenta que en la red social Twitter ha contabilizado al menos 1.500 comentarios sobre la obra.

Tres meses fue el tiempo que le tomaron los ensayos del espectáculo. El actor que se califica como una persona muy insegura -por eso recurre de manera muy consecuente y repetida a los ensayos-, confiesa que antes de su estreno en 2014, culminado el ensayo general, pensó que todo estaba mal. No obstante, superado ese miedo anticipado, hoy día se siente bien con la obra, con lo que ésta plantea y mueve en el público asistente.

AL ENCUENTRO CONSIGO MISMO

A Manrique le interesan las obras que vayan más allá de lo artístico, piezas teatrales que conmuevan, diviertan o hagan reflexionar. Está firmemente en contra del panfleto en el arte y más bien se preocupa por ofrecer espectáculos de alta calidad, “que esté todo bien hecho”.

“El teatro no está para dar consejos ni para darle clases a nadie. El teatro lo que debería procurar es seguir siendo ese espacio donde el hombre se encuentre a sí mismo, aunque sea por un instante. El teatro es ese espacio donde uno procura en esa hora de la función, conectarse con uno, disponerse para encontrar alguna revelación. Lo que los griegos llamaban la catarsis”, expresa.

ENTRENAMIENTO ACTORAL

Para la interpretación del personaje, el intérprete pasó alrededor de un año preparándose psicológica y físicamente, así como pensando todos los detalles escénicos del espectáculo. Se entrenó físicamente para este trabajo: Adelgazó varios kilos, asistió a clases de pilates, pues cree que “un actor no es otra cosa que un cuerpo y ese es el instrumento de trabajo”, señaló.

Nunca antes había representado un monólogo, lo cual lo obligó a trabajar más duro de lo acostumbrado, pues implica una mayor responsabilidad: Sostener él solo, desde el principio hasta el final, el espectáculo.

“Yo no suelo hablar en un sentido heroico del trabajo del actor, no me gusta eso. Me dio trabajo aprenderme el texto porque no son palabras que corresponden a la creación imaginativa de un dramaturgo sino algo que en verdad dijo alguien sobre sí mismo. Aprenderlas con exactitud, aprender cómo el construía su pensamiento me llevó el mayor tiempo”.

La obra podrá ser disfrutada por el público en el Teatro Trasnocho ubicado en el Centro Comercial Paseo Las Mercedes. Los horarios son viernes a las 7:00 pm, sábados y domingos a las 6:00 pm. El valor de la entrada es de Bs. 600.

T/ Diana Moncada
F/ José Luis Díaz
Caracas