Este viernes|Se cumple un año de la partida física de Pompeyo Davalillo

Este viernes se cumple un año de la partida física del ex grandeliga venezolano, Pompeyo Davalillo, ex pelotero y ex manager que aportó mucho al béisbol venezolano.

Davalillo nació en el sector La Rosa Vieja, de Cabimas, el 30 de junio de 1928. Allí dio sus primeros pasos en la pelota y a los 16 años se fue al servicio militar, en Caracas.

Comenzó en la pelota el 17 de octubre de 1952, con los Leones del Caracas. Dejó en su carrera 483 imparables, 3 jonrones y 131 carreras impulsadas.

En las mayores jugó con los Senadores de Washington en la liga americana, donde bateó 17 imparables. Para el recuerdo quedará su único robo de base: el home plate.

Pompeyo fue muy querido por el pueblo. Tenía un estilo particular agresivo de enseñar a jugar béisbol: toques de bola, robo de bases, bateo y corrido y zqueeze play.

«Todo lo del béisbol uno lo aprendió con él, era demasiado estricto, sabía mucho. Los dominicanos lo trataban bien y decían: ‘que él sabía más que el diablo'», dijo en tono jocoso Robinson Suárez, quien conoció a Pompeyo.

Simón Bello, ayudante de dugout en el estadio de la Universidad Central de Venezuela (UCV), conocido popularmente como «Mortadela», recordó que fue Pompeyo quien lo llevó a trabajar en la UCV, «en Monte Piedad (parroquia 23 de enero) era mi vecino».

Hasta un economista tuvo bajo las órdenes de Pompeyo Davalillo cuando fue manager de la selección de la UCV. «Era el mejor entrenador de este país. Lo amábamos muchísimo, no le regalaba nada a nadie, el que estaba allí se lo ganaba por su propio mérito. Era un tipo competitivo, las prácticas eran como si al día siguiente íbamos a jugar el séptimo juego de la Serie Mundial», dijo con orgullo José Genovés, economista egresado de la UCV.

«Era un fosforito (de duro carácter y explosivo) en el dugout, maniático con el café. Era muy exigente», precisó el economista que cada martes esperaba salir de clases para ir a los entrenamientos en el diamante capitalino.

LA AMISTAD ENTRE POMPEYO Y CHÁVEZ

Hugo Chávez y Pompeyo Davalillo tuvieron una gran amistad. Ambos partieron físicamente por solo cinco días de diferencia. Davalillo falleció el 28 de febrero y el comandante Chávez dijo adiós el 5 de marzo. Ambos recibieron grandes homenajes de despedida por parte del pueblo que los admiró.

Tanto era la amistad entre ambos que Chávez en una oportunidad le regaló un reloj que Pompeyo guardó con mucho cariño.

El Comandante Chávez exaltó la gran labor de Pompeyo en los diamantes de béisbol y en un pasaje del libro Cuentos del Arañero, se añade esta pequeña anécdota:

«Recuerdo a Pompeyo Davalillo, impresionante pelotero. Era el líder ahí en el dogout, sabía cómo motivar a un equipo a dar la batalla, cómo trascender lo individual. Nunca olvido a Pompeyo y sus jugadas, su maestría. Me tocó la maravillosa oportunidad de ser su coach y asistente. Y él me decía: «Chávez, si el juego es a las diez de la mañana, deben tenerme el equipo a las siete en el terreno. Uno se acostumbró siempre a una hora antes, dos horas antes, pero ¡¿tres horas?! Y era para conversar, mirando al adversario. «Mira, aquel que va allá es el center field, tiene buen brazo»; «aquel es el primer bate, batea la recta de afuera».

En el texto de relatos, Chávez recordó un juego final de un campeonato militar donde ambos estuvieron, él como coach y Pompeyo como mánager.

Ese partido quedó empatado, pese a que Pompeyo dirigió con su particular estilo: ordenando jugadas como toques de bola, robo de bases, bateo y corrido y zqueeze play, pero no consiguieron la victoria.

Al final, explica Chávez, Davalillo no quiso ir a la fiesta después del juego de softbol y le dijo: «Mira, Chávez, yo lo que quiero es jugar dominó, chico». ¿Aquí juegan dominó también? Y se fue por allá a jugar dominó y perdió hasta la cartera», recordó jocosamente el líder de la Revolución Bolivariana.

Texto/AVN
Foto/Archivo