Placeres hechos y derechos | Los sentires y el respeto (Opinión)

Vivir en esta sociedad normada desde la heterosexualidad blanca y masculina nos lleva tradicionalmente a ubicar una “correcta” forma de sentir, de reaccionar ante las circunstancias o acontecimientos que vamos viviendo.

Esa “forma correcta” nos obliga muchísimas veces a disfrazar lo que somos íntimamente, a demostrar que encajamos en un mundo que tal vez no hemos pensado no está hecho para ser todas y todos iguales, sino para disfrutar de la diversidad y ser parte de ella.

De esa forma, vamos reprimiendo nuestros sentires más sinceros. Si estamos viendo una película y nos excitamos con la imagen de dos hombres besándose, es más fácil comenzar a reírnos y burlarnos de la escena con el resto de las personas presentes en la sala, que observar, escuchar y sentir la excitación que nuestro ser experimenta.

Si nos gusta alguna práctica sexual considerada “rara” desde esa heteronormatividad reinante, en el mejor de los casos la vivimos en lo privado y la condenamos en lo público. Aunque leamos libros de sadomasoquismo soft y hayamos comprado ya las entradas para la película que aún no estrenan, en nuestro verbo condenamos a las personas “que inventan mucho”, a las y los libres que se dan permiso de sentir, de conocerse y de vivir.

Por eso creo que muchos de las prejuiciosas y prejuiciosos de siempre, de las personas condenadoras de oficio son esas que se reprochan y condenan a sí mismas por sentir lo que sienten.

El ejercicio del respeto debe comenzar por nosotras mismas, por nosotros mismos. Por darnos ese permiso de sentir distinto. Así será mucho más fácil comprender los sentires de las demás personas y sus prácticas, aunque no encajen en ese hacer “correcto” que nos hemos impuesto como sociedad.

T / Bárbara Tineo Toro