Simón Bolívar: “El clamor de Venezuela es libertad y paz”

El sábado 24 de octubre de 1818 el Correo del Orinoco, en su número 14, publica una proclama de Simón Bolívar dirigida “A los pueblos de Venezuela”. Allí, al comienzo, afirma que “…El Congreso de Venezuela debe fixar la suerte de la República”, aludiendo indirectamente a la propuesta que hizo al Consejo de Estado, el 1 de octubre de 1818, para que se convocara al II Congreso Constituyente de Venezuela . El Libertador argumenta que “…Libre Guayana, y libre la mayor parte de Venezuela, nada nos impide ahora devolver al Pueblo sus derechos soberanos”, para lo cual se propone elaborar una nueva Constitución que siente las bases jurídicas y sociales de la naciente república.

En la proclama, Bolívar realiza una apretada síntesis de los acontecimientos ocurridos en Venezuela en su guerra de liberación, y detalla sobre su desempeño y comportamiento.

“…yo os he servido, y os debo dar cuenta de mi conducta”, señala.

El Correo aclara a sus lectores que dará a conocer los resultados de la Comisión Especial que se nombró para el proyecto convocatorio del congreso, aprobado en las sesiones del 17 y 19 de octubre del mismo año, el cual estaba ya circulando conjuntamente con la proclama. El reglamento, publicado inmediatamente después del mensaje, en esa edición de la primera página del impreso angostureño, encabeza su primer párrafo afirmando que “Independencia y Libertad son los dos grandes objetos de la lucha que sostenemos contra el poder arbitrario de la España”. En ese mismo texto la comisión realiza un extenso análisis de los principios que llevaron a la ruptura colonial. Al final, se incluyen las bases y condiciones para elegir a los diputados.

En la proclama de Bolívar , en su espíritu y contenido, subyace una asombrosa coincidencia con lo que hoy vive el pueblo venezolano en su lucha por su liberación de las garras del imperio yanqui.

“…El clamor de Venezuela es libertad y paz: nuestras armas conquistarán la Paz, y vuestra sabiduría nos dará la Libertad”, indica el último párrafo.

La arenga, copiada del Correo del Orinoco, expresa lo siguiente, respetando el lenguaje y la ortografía original:

“Venezolanos! El Congreso de Venezuela debe fixar la suerte de la República combatida y errante tantos años. Nuestras heridas van á curarse al abrigo de una representación legítima.

“No es por vana ostentación, ni por hacer mi apología que os hablaré de mí; yo os he servido, y os debo cuenta de mi conducta.

“Quando las convulsiones de la naturaleza sepultaron al Pueblo de Venezuela en el más profundo abatimiento, el General Monteverde hizo entrar en la nada nuestra naciente República. Yo que más temía la tiranía que la muerte, abandoné las playas de Venezuela, y fui á buscar la guerra que se hacía á los tiranos en la Nueva Granada, como el único alivio á los dolores de mi corazón. El Cielo oyó mis votos y gemidos, y el Gobierno de Cartagena puso á mis órdenes cuatrocientos soldados que en pocos días liberaron el Magdalena y la mayor parte de la Provincia de Santa Marta. En seguida marché á Cúcuta, y allí la victoria se decidió por nuestras armas. Venezuela me vió nacer en su territorio coronado por los favores de la fortuna.

“El Congreso de la Nueva Granada me concedió el permiso de rescatar á mi Patria. Muy pronto tuve la dicha de restablecer las autoridades constituidas, en la primera época de la República, en las Provincias de Mérida, Truxillo y Barinas. La capital de Caracas recibió en su seno a los bravos Granadinos; pero Puerto-Cabello cubierto por sus muros, llamó luego mi atención por su resistencia y apenas me dio tiempo para tomar medidas que salvasen del desorden el dilatado país que habíamos arrancado á los tiranos de España.

“La expedición de Salomón hizo concebir á los Realistas nuevas esperanzas, y aunque batido en Bárbula y las Trincheras, infundió tal aliento á nuestros enemigos, que casi simultáneamente se sublevaron los Llanos y el Occidente de Venezuela. Las batallas del Mosquiteros y de Araure nos devolvieron el Occidente y los Llanos. Entonces volé desde el campo de batalla á la capital, hice renuncia del poder Supremo, y dí cuenta al Pueblo el 2 de Enero de 1814 de los sucesos de la campaña y de mi administración militar y civil. El Pueblo en masa solo respondió con una voz unánime de aprobación, confiriéndome nuevamente el poder Dictatorial que yá exercía. Nuevos reveses me llamaron a la campaña; y después de la lucha mas sangrienta, volví del campo de Carabobo á convocar los Representantes del Pueblo que constituyesen el Gobierno de la República.

“El desastre de la Puerta sepultó en el caos nuestra aflixida Patria, y nada pudo entonces parar los rayos que la cólera del Cielo fulminaba contra ella.

“Yo marché á la Nueva Granada: dí cuenta al Congreso Granadino del éxito de mi comisión; premió mis servicios, aunque infructuosos, confiándome un nuevo exército de Granadinos y Venezolanos. Cartagena fue el sepulcro de este exército que debía dar la vida á Venezuela. Yo lo abandoné todo por la salud de la Patria: voluntariamente adopté un destierro que pudo ser saludable á la Nueva Granada, como también á Venezuela. La Providencia yá había decretado la ruina de estas desgraciadas regiones, y les mandó á Morillo con un exército exterminador.

“Yo busqué asilo en una Isla extranjera y fui á Jamayca solo, sin recursos y casi sin esperanzas. Perdida Venezuela y la Nueva Granada, todavía me atreví á pensar en expulsar á sus tiranos. La Isla de Hayti me recibió con hospitalidad: el magnánimo Presidente PETION me prestó su protección; y bazo sus auspicios formé una expedición de 300 hombres, comparables en valor, patriotismo, y virtud, á los compañeros de Leonidas. Casi todos han muerto ya; pero el exército exterminador también ha muerto. Trecientos Patriotas vinieron a destruir diez mil tiranos Europeos, y lo han conseguido.

“Al llegar á Margarita una asamblea general me nombró Gefe Supremo de la Nación: mi ánimo fue convocar allí el Congreso; pocos meses después lo convoqué en efecto: los sucesos de la guerra no permitieron, sin embargo, este anhelado acto de la voluntad nacional.

“Libre Guayana, y libre la mayor parte de Venezuela, nada nos impide ahora devolver al Pueblo sus derechos soberanos.

“Venezolanos!-Nuestras armas han destruido los obstáculos que oponía la tiranía á nuestra emancipación. Y yo, á nombre del Exército Libertador, os pongo en posesión del goze de vuestros imprescriptibles. Nuestros Soldados han combatido por salvar á sus hermanos, esposas, padres, é hijos; mas no han combatido por sugetarlos. El Exército de Venezuela solo os impone la condición de que conservéis intacto el depósito sagrado de la Libertad; yo os impongo otra no menos justas y necesaria al cumplimiento de esta preciosa condición: elegid por Magistrados á los mas virtuosos de vuestros Conciudadanos y olvidad, si podeis, en vuestras, elecciones á los que os han liberado. Por mi parte yo renuncio para siempre la autoridad que me habeis conferido, y no admitiré jamas ninguna que no sea la simple militar, mientras dure la infausta guerra de Venezuela. El primer día de paz, será el último de mi mando.

“Venezolanos! – No echéis la vista sobre los sucesos pasados sino para horrorizaros de los escollos que os han destrozado: apartad vuestros ojos de los monumentos dolorosos que os recuerdan vuestras crueles pérdidas: pensad solo en lo que vas á hacer: y penetraos bien de que sois todos Venezolanos, hijos de una misma Patria, miembros de una misma Sociedad, y Ciudadanos de una misma República. El clamor de Venezuela es Libertad y Paz: nuestras armas conquistaran la Paz, y vuestra sabiduría nos dará la libertad.

“Cuartel General de Angostura á 22 de Octubre de 1818.

“Simón Bolívar.”

TyF/ Manuel Abrizo