Unos 100 efectivos del Ejército camerunés fueron desplegados para frenar la matanza de elefantes en el Parque Nacional Bouba Ndjida, en el norte del país, anunció este sábado el Gobierno.
La movilización responde al reciente exterminio masivo en ese lugar de unos 450 paquidermos, acción estimulada por el creciente comercio del marfil de sus colmillos, declaró en un comunicado el ministro de Defensa, Edgard Mebe Ngoo.
El gobierno camerunés trata de «expulsar a los cazadores furtivos, puesto que en el país se masacran ya demasiados elefantes», puntualizó el titular.
La operación castrense fue anunciada tras una visita de Ngoo el miércoles último al parque Bouba Ndjida, junto al ministro de Medio Ambiente y Protección de la Naturaleza, Pierre Hele.
«La operación de búsqueda de cazadores furtivos durará mientras los elefantes sigan amenazados y hasta que los sospechosos sean juzgados por los tribunales cameruneses», precisa la nota oficial.
Los autores de la caza furtiva de ese animal proceden de Sudán y de Chad, se desplazan en grupos de medio centenar de personas y usan para las cacerías caballos y fusiles AK 47, según trabajadores y vecinos de Bouba Ndjida.
El presidente de Camerún, Paul Biya, exigió a su primer ministro, Philemon Yang, buscar una solución urgente a la incursión de sudaneses y chadianos en territorio camerunés, según una fuente oficial que prefirió el anonimato.
La caza masiva de paquidermos no es un suceso aislado de Camerún, afirmaron fuentes del organismo responsable en la ONU de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Salvaje (Cites).
«Se trata de una tendencia detectada últimamente en varios países, donde cazadores con armamento sofisticado diezman la población de elefantes», aseguró el director general de esa organización, John Scalon.
Aparte del lucro en dinero, el marfil puede ser cambiado por «armas y municiones destinadas a conflictos en países vecinos», dijo el responsable de Cites.