Columna pasado, presente y futuro|Somos hermanos, pero… (Opinión)

“La Nueva Granada se unirá con Venezuela (…). Esta nación se llamará Colombia”. Así lo soñó nuestro Libertador Simón Bolívar en su célebre Carta de Jamaica, escrita hace casi 200 años, al referirse a la unión entre lo que actualmente conocemos como Colombia y nuestra patria Venezuela, sueño que duró poco más de 10 años después de su creación (1819). Desde entonces, los colombianos y los venezolanos nos hemos visto como hermanos.

Sin embargo, dado a que el curso de la historia vira de forma rápida o pausada, dependiendo de la intensidad de cada fenómeno social, son muchos los aspectos que en la actualidad han cambiado producto de esos ires y venires del tiempo.

En las sociedades los procesos políticos y, por ende, las actuaciones de sus gobernantes permean de una u otra manera sobre los ciudadanos y de esa realidad no ha escapado la relación colombo-venezolana.

Desde que inició el conflicto armado en Colombia a mediados del siglo pasado, se ha generado un continuo crecimiento del número de desplazados, los cuales, por lo general, recurren a refugiarse en nuestra patria bolivariana.

Durante estos últimos años han sido acogidos en nuestro territorio millones de hermanos colombianos y el Gobierno Bolivariano le ha brindado el acceso a todos los programas y misiones sociales que se llevan a cabo en beneficio de todos nosotros.

Sin embargo, dadas las diferencias políticas entre el antiguo narcopresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y nuestro comandante Hugo Chávez, muchos son los ciudadanos colombianos que han ingresado de manera ilegal (con o sin complicidad interna) a nuestro suelo patrio con fines viles y criminales, teniendo como objetivo generar un gran caos social, el cual trae como fórmula fundamental el magnicidio.

Esa práctica de contrabando de extracción, bachaqueo, fraudes con remesas de divisas, narcoparamilitarismo, sicariato, secuestros, ente otros actos criminales y contraproducentes a la salud pública de nuestra nación, más allá de que abiertamente nos desgarra, son un claro mensaje de oposición, y por consiguiente, de afán de destrucción a la Revolución Bolivariana.

Dado el caso, es un deber patriota del Gobierno Bolivariano ser severo con aquellos que pretenden destruirnos, vengan de dónde vengan.

Entre tanto, seguirán siendo considerados hermanos aquellos que legalmente se asienten en nuestro país por el deseo de alcanzar una mejor forma de vida, la cual deberá obtener con estudio, trabajo y esfuerzo; de lo contrario, deberán soportar todo el peso de la ley.

T /Héctor Abache
hectorabache@gmail.com