Sus participantes actuaron como los del 4 de febrero de 1992|La sublevación del 7 de abril de 1928 unió a obreros, estudiantes y militares

“Podemos decir, sin mengua de ninguna especie, que los sublevados del 7 de abril de 1928 pueden compararse a los del 4 de febrero de 1992 y que -guardando las distancias- el capitán Rafael Alvarado Franco, jefe de esa rebelión podría equipararse al Comandante de la Revolución Bolivariana, el presidente Hugo Chávez, quien tenía un dominio universal de la política y era un adelantado, un estadista completo que permanece vivo en el pueblo”.

Así lo afirmó Rafael Ramón Castellanos, historiador y profesor universitario, con varios logros en la investigación histórica, entre ellos haber encontrado en 1977 un documento en el archivo Histórico de Miraflores, que resultó ser el expediente del proceso que se le siguió a los jóvenes alzados del 7 de abril de 1928.

El académico aseveró que “los muchachos del 28 tenían el mismo arrojo, valentía, e ideas de soberanía para la patria”.

ALIANZA CÍVICO MILITAR

“Los hechos conocidos como la sublevación militar del 7 de abril de 1928, fueron un alzamiento cívico militar, alimentado en parte por la celebración, que tuvo lugar dos meses antes, de la Semana del Estudiante”, comentó el historiador. Para apoyar sus palabras, precisó que el movimiento “congregó no solo a universitarios sino también a obreros, campesinos, militares retirados y una mayoría de jóvenes militares activos, todos bajo la conducción política del capitán Rafael Alvarado Franco.

Rafael Ramón Castellanos resaltó la formación política de los participantes: “En este acontecimiento histórico estuvo presente el general Enrique Ambar, que fue parte de los hombres que en 1904 apoyaron a Cipriano Castro en su posición antimperialista contra los acreedores extranjeros, y 24 años más tarde, ya con 74 años de edad, volvió a insurgir al lado de estos muchachos”

Efectividad, los ofiales rebeldes no llegaban a los 30 años. De hecho, “el de de mayor edad era el capitán Alvarado, jefe de la sublevación, quien tenía mucha influencia del general chileno Pedro Dubournais socialista, marxista, integrante de una misión que vino de Chile a organizar la policía de Caracas en los años 1925 a 1928”.

LOS PROTAGONISTAS

Entre los nombres que se mencionan en el expediente que Castellanos rescató del Archivo de Miraflores, destacan hombres que aportaron mucho al desarrollo político y democrático de Venezuela. Entre ellos: Antonio Arraiz, quien fue el primer director del diario El Nacional; Miguel Otero Silva, Ernesto Silva Tellería, Carlos Irazábal, Carlos Rovatti y los obreros Aurelio Esparragoza, Julio Naranjo García, Rodolfo Quintero, “que se convirtió en un prestigioso antropólogo y profesor universitario”. También participaron Francisco Rivas Lázaro y Germán Tortosa, obrero electricista, “un hombre bastante adelantado en su pensamiento, conocedor de Marx, Lenin, Troski”, y abuelo materno del actual diputado a la Asamblea Nacional por la parroquia El Valle, Jesús Germán Tortosa Faría, enumeró el investigador.

Otras figuras que se sumaron a a la rebelión fueron el teniente Agustín Fernández, el subteniente Leonardo Lehmans, el teniente Faustino Valero, el sargento Pedro Istúriz, el brigadier de la Escuela Militar Benjamín Delgado Lehmans, el cadete Armando Chávez; el médico y sanitarista José Tomás Jiménez Arraiz, Francisco Betancourt Sosa, Luis Manuel García, Gustavo Tejera, Antonio José Ovalles Olavarría.

“Como se puede ver a través de esos nombres, en esta sublevación se mezclaron la juventud revolucionaria de la universidad, la vanguardia organizada de los obreros que estaban animados por un venezolano que vivía en el exilio, el eminente sociólogo Carlos León, fundador del Partido Revolucionario Obrero de México en 1916”, expuso el historiador, quien refirió que “León había organizado en Venezuela grupos parecidos a los actuales consejos comunales, inspirados en los soviets de la Rusia bolchevique”

POR LOS DERECHOS DEL PUEBLO

La misión de la insurrección de abril del 28 era “derrocar la dictadura de Gómez e instaurar un gobierno civil, independiente de toda sumisión extranjera, apegado a los intereses del país y respetuoso de los derechos de los ciudadanos”, enfatizó Castellanos. En este sentido, manifestó que “los sublevados no quisieron en ningún momento ser detentadores del poder, pues pensaban formar una Junta de Gobierno y llamar a presidirla a Manuel Segundo Sánchez, un comerciante muy prestigioso, bibliófilo, muy vinculado a la universidad, profundamente antigomecista, pero sin militancia en organización alguna.”

“Estoy casi seguro de que Sánchez sabía de la sublevación, pero eso nunca se comprobó”, aseveró, y mencionó que “hay dos citas en el expediente, uno de los participantes se había referido a él como futuro Presidente de la República”.

Otro de los procesados “sostuvo que la Junta de Gobierno que tenían en mente estaría formada por los ciudadanos más honorables residentes en Caracas, entre ellos el doctor Julio Salas, Juan José Abreu y Manuel Segundo Sánchez y el poeta José Tadeo Arreaza Calatrava”.

El profesor Rafael Ramón Castellanos sostuvo que la sublevación fracasó porque la vanguardia contaba con que se les sumaría el Cuartel San Carlos. “Y se sumó pero el general López Contreras, ministro de Guerra, reaccionó: se fue sobre el Cuartel, se apoderó de esa plaza, pidió obediencia como jefe superior y los jóvenes oficiales le obedecieron”.

CRUEL PRESIDIO

Rafael Ramón Castellanos señaló que los alzados fueron apresados y sometidos a las más oprobiosas y crueles condiciones de prisión en el Castillo Libertador de Puerto Cabello, donde permanecieron hasta la muerte de Gómez en 1935. El Capitán Alvarado no pudo salir, falleció en 1933 como consecuencia del desgaste de su salud que le ocasionaron la tortura y la cárcel.

“Pero su ejemplo floreció posteriormente en los militares de la unidad lograda en enero de 1958, y posteriormente en la Revolución Bolivariana”; sentenció el historiador y escritor.

Aclaró que la gesta de abril del 29 no se relaciona con la llamada revolución del 18 de octubre de 1945, “que fue una aberración, porque por intereses creados, militares plegados a una potencia extranjera, vale decir los Estados Unidos, tumbaron al general Medina Angarita por haber establecido un impuesto al petróleo, legalizar al Partido Comunista, establecer relaciones con la Unión Soviética y porque era proclive a darles el voto a las mujeres, lo cual se haría efectivo para 1946, pues luego lo aprobaron los que dieron el golpe”.

PUEBLO Y FUERZA ARMADA: UNA ALIANZA INVENCIBLE

Rafael Ramón Castellanos destacó el valor histórico de la sublevación del 7 abril de 1928 como ejemplo de la unidad entre pueblo y militares y sentenció que por eso fue el más importante de todos los alzamientos que hubo contra Gómez, “los cuales hasta entonces habían sido estrictamente militares”.

“No triunfó, pero su principal característica, que fue la unión cívico-militar, que es la lección más importante contenida en este hecho histórico porque a los militares hay que verlos como lo que son: pueblo uniformado. Y a los civiles, como la otra parte de la sociedad, que se deben complementarse para formar un movimiento de masas inclaudicable ante cualquier fuerza opresora.

“Ambos unidos forman un poder invencible: el poder social robustecido con el poder de las armas en equilibrio constructivo”, aseguró.

Texto/Mercedes Aguilar
Foto/Cortesía
Caracas
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