Por Tulio Monsalve|De lo sublime a lo terrenal (Opinión)

Los gestos de los humanos los llevan a mostrar las pasiones como un producto propia de su caos que los retrata cuan terrenales son.

Estos días nos vimos envueltos en un torbellino de noticias que nos movían entre un accionar que estimo litúrgico, hierático, severo. Y se daba en el Vaticano y tenía el boato protocolar propio para nombrar un nuevo Cardenal.

Eso pensaba, pero viendo la prensa del día domingo 20, debo decirlo a lo criollo: me caí de un coco. Ya que no había terminado el acto cuando un grupo de compatriotas, necesitados de reconocimiento y figuración social, que ninguna vela tenían en esta misa iniciaron su relumbrón. Así descuellan sus hábitos por no llamarlos malas costumbres, con fotos, selfis, tuits, como los personajes que el amigo Aníbal Nazoa llamaba “refistoleros y asomaos”.

Casta de los eternos escaladores que buscan la notoriedad a través de la cercanía al héroe del día, quién, mas por fastidio e imposición, debió dejar que se peguen, y lo joroben en sus cinco minutos de gloria, dando lugar en la foto a estas babosas criaturas.

Luego vendrían las notas de prensa sobre el significativo acto y las entrevistas a los nominados. Esperaba que, como siempre, se hablara de la paz y la concordia de la cual los nuevos prelados serían los principales voceros.

Obvio, siguiendo las palabras del Papa que tanta preocupación por la paz ha demostrado. Tanto, que se compromete e implica al Vaticano al propiciar el diálogo y enviar a Caracas un representante en esta materia de las negociaciones.

Ignorante como soy, me vuelvo a equivocar, los actores y participantes del evento en calidad de invitados los menos y, de cantamañanas los mas, se declaran en rebeldía contra la propuesta del Papa para que se dialogue.

Desestiman lo hecho y profetizan un desastre y un desenlace negativo al diálogo. Descubro a qué fueron todos estos personajes que merodearon en la ceremonia del Vaticano y sus alrededores. Su fin: secuestrar la fe en la paz y el camino de esperanzas del diálogo y a que los vieran retratados al lado de los notables y sentir la sensación banal y venal, de un orgullo postizo y temporal por pertenecer a una guerra de nada.

Concluyo, si desintegrada y falta de unidad estratégica está la MUD, la Iglesia sufre del mismo achaque. El Papa habla. Invoca como único el camino a la concordia, el diálogo. Paradoja: el Episcopado del país parece que tienen sus intereses fijados en otros rumbos que estrávicamente los hace mirar hacia el sublime Donald Trump.

Terco el orden que fija la estrategia establecida con el diálogo. Dos días después el Papa vuelve a decir que en Venezuela “…solo el diálogo servirá para alcanzar la paz”. Lo sublime de una cita en el Vaticano que desvela esperpentos.

tuliomon@gmail.com
Caracas