Swing Latino: El glamour en las noches del Palladium

Andaba en una de recordar al famoso Palladium, el local donde se cocinó la salsa.

Nos topamos con Jesús Guevara, quien, coincidencialmente, nos regala un CD sobre el Palladium. Le solicitamos un escrito y helo aquí, con todos sus aditivos. Es la cosa. (A.M.)

Comentar sobre ese ambiente bailable en decadencia es hablar de tan maravilloso y legendario lugar que fue el Palladium, que reabrió sus puertas en un segundo piso en la calle 53, en ple-no Broadway del año 1948. Su propietario, Maxwell Hyman, creyó que hacía falta echar adelante algo como un excelente imperio musical danzante. El modisto norteamericano necesitaba que le montasen algunos shows los fines de semana. Resultaba lógico conversar con Tommy Moore, mánager del inmenso salón.

Fue así como se juntaron los conocedores de las sonoridades candentes: Moore y el legendario promotor Federico Pagani. Pero nunca podrá olvidarse quién insufló emoción al famoso Palladium: el mítico Catalino Rolón, músico irreverente e instrumentista múltiple y ágil productor. Haría falta espacio para acreditar sus acredenciales por la dimensión de su talento.

Se puede decir que Rolón es el innovador y creador musical más interesante de finales de la décadas de los 40 y 50 en las noches del Palladium. Fue jefe de Programación en Radio Cadena Suaritos 860Kc de La Habana, que garantizaba las trasmisiones bailables en vivo desde El Tropicana. En Suaritos fue donde Catalino conoció a la guarachera antillana Celia Cruz.

Se cumple este año el 70° aniversario de la apertura de el Palladium. Durante 18 años se mantuvo abierto, respaldado con gloriosas bandas como la de Machito-Mario Bauza y sus Afrocubans, que se consagrarían definitivamente como los iniciadores de la rumba heavy. Impelable la cita dominical en el Blen Blen Club, nombre acuñado por composición de Chano Pozo, y que con el transcurrir del tiempo trocaría en Palladium. Luego se uniría a las citadas estrellas el conjunto The Picadilly Boys, dirigido por otra leyenda: Tito Puente.

EL GRAN TITO

Tito Rodríguez, nacido en Barrio Obrero, Santurce, Puerto Rico, con voz privilegiada y poseedor de un estilo que marcó la diferencia en los géneros cubanos, se convierte en la nueva súper estrella del Palladium. Tito arrancó con Enrique Madriguera, Xavier Cugat como cantante y bongosero. Luego estuvo con Noro Morales y más tarde con el pianista José Curbelo. Tito lograba reunir a más de mil parejas de bailadores en
el salón de baile de Broadway.
Se puede aseverar que el Palladium convirtió en noctámbulos a un gran número de rumberos; los acostumbro a ir el miércoles al salón, día en que se presentaban los mejores bailarines de cha cha chá y del polémico mambo; asistían músicos de jazz, estrellas de cine y celebridades del boxeo, por lo general eran cuatro orquestas que tocaban de miércoles a domingo.

Los cubanos abarrotaron la ciudad de Nueva York en los años 30. Allí está Modesto Azpiazu, arreglista y director de orquesta, quien tenía como solista al gran Antonio Machín con su “Manicero”. También, para formar el trío, el flautista Albero Socarrás, quien tocó junto a los más grandes músicos de jazz y fue uno de los introductores de ritmos cubanos en Norteamérica.

EL EPÍLOGO

Fue un miércoles 13 de abril de 1966 cuando se apagaron las luces del Palladium. En tarima el conjunto La Perfecta, de Eddie Palmieri, la orquesta de Ricardo Ray y Bobby Cruz, junto a la charanga de la Broadway. Con alegría y marcados sentimientos subieron todos a
la tarima para una memorable Jam Session. Que sea la noche del 13 abril de 1966 como señalan o el 15 de mayo de ese mismo año como sostienen otras publicaciones poco importa, lo cierto es que el famoso Palladium, sin duda alguna, influyó en el ámbito caribeño, que provocó una verdadera revolución musical y dio origen a ese movimiento que hoy es llamado “salsa”.

T/ Jesús Daniel Guevara
F/ Internet
Caracas