Swing Latino: El Palladium se apoderó de la UCV

Me contaba Tommy Olivencia que presentarse en el Palladium era un lujo. Poco le importaba al trompetista boricua entrar de telonero o de estrella invitada, él sabía que iba a disfrutar de una rumba en forma, con todos sus aditamentos. En ese legendario local se habría de cocinar el concepto de lo que luego Phidias Danilo Escalona bautizaría como “salsa”, por lo cual es referencia obligada cuando queremos recordar esos momentos a través de un espectáculo como el que se presentó el pasado sábado en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela

La idea de los organizadores era rememorar esos tiempos que se resisten al extravío en la memoria de quienes los hemos disfrutado. Ambientada como en los 60, el Aula Magna se atavió de salsa y colgó en improvisadas bambalinas los nombres de las estrellas que habrían de recordar a ese par de leyendas que causaron furor con la música caribeña: Frank “Machito” Grillo y Bartolomé Moré Gutiérrez, conocido en todo el mundo como Benny Moré, quien triunfó en El Palladium de Los Ángeles en 1958 y fue acompañado por el maestro Tito Puente.

En esta oportunidad los estelares fueron la primerísima sonera Rogelia “Canelita” Medina, Edgar “Dolor” Quijada, Luis “El Diablo” España y “El Manguero” José Luis Peña, quienes se encargaron de deambular por las melodías que se hicieron famosas en las voces de las citadas leyendas, que de seguro se habrían sentido satisfechas si en lugar de Puente o la Afro Cubans Boys de “Machito” los hubiese acompañado la Big Band de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, dirigida en esta presentación por el maestro José “Tuky” Torres, quien además fue el arreglista de piezas emblemáticas como “Tanga”, “Llora timbero”, “Pachito Eché”, “Mata Siguaraya” y “Que bueno baila usted”; demás está decir que el público que asistió al Aula Magna se vaciló la fiesta como si en el mismo Palladium estuviera. Bailaron y se movieron con gusto en los asientos, disfrutando y gozándose el montaje; una escenografía impecable, donde fue representado hasta el propio cantinero del concurrido club.

Los jóvenes bailarines de la agrupación Sin Fronteras se presentaron con trajes alusivos a la época para recorrer el escenario con gran maestría, imprimiéndole extraordinario brillo al show.

ALGO DEL PALLADIUM

El Palladium fue la sala de baile más espectacular que tuvo la ciudad de Nueva York en lo que a música caribeña se refiere. Maxwell Hyman, quien se dedicaba al negocio de la confección, y su primera esposa (heredera de la fortuna de Ascensores Otis) destinaron el segundo piso de un edificio suyo, en pleno Broadway, para montar la gigantesca sala en la que se presentaban las orquestas latinas más candentes de la ciudad.

El Palladium cerró sus puertas, según refiere en una nota escrita por el acucioso investigador Eleazar López Contreras, la noche del 13 de abril de 1966. Ese día se presentaron las orquestas de Eddie Palmieri, Richie Ray y la Orquesta Broadway. Se apunta en el texto de LC, que el último número interpretado fue un memorable jam session a cargo de la Orquesta Broadway con la intervención de algunos de los músicos del “Sapo” Palmieri. Todo esto fue grabado por Ernie Einsley. Esa había sido la última noche para el Palladium, pues la sala había perdido su licencia de licores y el público ya no era el mismo de antes…

Podría decirse que el cierre fue una crónica anunciada. El anticlímax del cierre habría ocurrido en el mes de abril de 1966. Durante muchos meses se presentaron quejas de los vecinos del sector debido al “indeseable público” que allí se congregaba. Cuando se habla de “indeseable público” se refieren a latinos y negros. La discriminación estaba en pleno auge. A esto se le sumaba un grupo de inversionistas que, por su estratégica ubicación, le habían puesto el ojo a la propiedad. Esto se tradujo en un implacable acoso para hacerle la vida imposible a Hyman, quien se hallaba al borde pensando que algo drástico iba a ocurrir, algo como el retiro de la licencia de licores, lo cual sería (y fue) mortal para el negocio.

Después de tomada una medida como esa, era solo cuestión de tiempo para que tuviera que cerrar el local. Y tiempo era lo que Hyman precisamente requería para sacar adelante su propio proyecto y construir un rascacielos; ese sueño no habría de concretarse. El innoble procedimiento para doblegar y quebrar el local, a través de una coalición de intereses, bien pudo haber sido una trampa; pero Hyman no tomó ningún riesgo y finalmente accedió a cerrar la famosa sala, sobre todo porque ya le habían cancelado la licencia de licores.

EL ESPECTÁCULO

El pasado sábado, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, todos esos recuerdos salieron a flote en medio del jolgorio musical. Al final de la jornada, la directora de Cultura de la UCV y responsable de la producción del espectáculo, Trina Medina, agradeció al público asistente su presencia y anunció que próximamente se realizarán otros homenajes en el marco del ciclo Noches de Palladium en Caracas que tendrán como sede, igualmente, este importante recinto de la UCV, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

T/ Ángel Méndez